TRIBUNA DE OPINIÓN 46 Aude Skorodensky, DesignSpark Community Manager en RS Components Robótica e inteligencia artificial: ¿ayuda o impedimento? Hollywood y los estudios de televisión son en gran medida responsables de la percepción pública sobre los robots y los avances tecnológicos, especialmente sobre su impacto en el ciudadano medio. Las superproducciones parecen decantarse por los extremos: por una parte, tenemos a personajes simpáticos y entrañables, como Wall-E o R2-D2, y, por otra, a cíborgs y máquinas de matar virtua- les, como Terminator o el agente Smith de ‘Matrix’. Los estudios de cine también parecen vaticinar un futuro distópico, contaminado o devastado por la guerra, aunque en este caso no queda claro quién es el causante. Si miramos el presente con los pies en el suelo, es muy difícil encon- trar argumentos operativos o financieros que refuten las ventajas que brindan los robots, tanto en entornos industriales como domés- ticos. Hay algunos problemas sociales, que veremos después, pero no podemos negar que, como especie, nos resulta imposible igualar la carga de trabajo de un robot. Los robots combinan la desenvol- tura, flexibilidad y gracia de un bailarín de ballet con la resistencia y fuerza bruta de un levantador de pesas. Nunca se cansan ni se ponen en huelga, no se van de vacaciones ni piden una pausa para el café. Las ventajas son evidentes. Este hecho no ha pasado inadvertido para Joseph Engelberger, considerado el “padre de la robótica”. Él supervisó la instalación del primer robot en una línea de montaje en la planta de fundición a presión de General Motors en Trenton (Nueva Jersey) en 1959. El prototipo Unimate 001, basado en un concepto de George Devol, a quien Engelberger conoció en 1956, estableció una tendencia que rápidamente se pudo ver en acción en unos 450 robots, diseñados para trabajar en operaciones de fundición a presión. ¿Qué pensaría Engelberger de los robots modernos y de la percep- ción que tiene el público de ellos? En 1956 se estrenó la famosa película ‘Planeta prohibido’, protagonizada por el no menos famoso ‘Robby el robot’, que sería el primero de muchos personajes pareci- dos que veríamos en futuras películas. Robby estaba programado para obedecer a un conjunto de normas similares a las tres reglas de la robótica de Asimov, por lo que suponía el punto de partida de una relación beneficiosa, algo que Hollywood parece haber olvidado en los últimos años. ¿Y hasta dónde nos ha llevado todo esto? ¿Cuál ha sido el efecto de esta adopción industrial temprana y del retrato que hemos visto en cine y televisión sobre la industria y la sociedad en general? Los robots industriales ofrecen claras ventajas frente a sus homó- logos humanos, que cometen más fallos. En términos de velocidad, repetición, precisión y rendimiento, no podemos competir con ellos: pueden hacer fácilmente trabajos que nos dejarían lisiados o al borde de las lágrimas. Los dispositivos conectados, autónomos e inteligen- tes, tienen un impacto similar en las aplicaciones domésticas: los cortacéspedes y aspiradores robóticos, los refrigeradores conecta- dos a Internet y los termostatos inteligentes se están abriendo paso en viviendas normales. Los robots domésticos, también llamados ‘cobots’, tienen una función importante en determinados sectores, como el cuidado de mayores y de personas con discapacidades o limitaciones de movimiento. La Federación Internacional de Robótica estima que el valor del sec- tor de robots de servicios (industriales y domésticos) en EE UU es de Los robots hacen los trabajos que las personas no pueden o no quieren hacer. Sin embargo, ¿qué pasa con aquellas tareas que pueden hacer ambos?