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33 mayor parte de los casos, no tienen el más mínimo interés en conocerse. Una convivencia forzada que conduce, irremisiblemente, a decisiones colectivas subóptimas. Se trata, en primer lugar, de hacer el menor número de cosas en común, optando, siempre que sea posible, por soluciones individuales. En aquellos casos en los que no quedamás remedio que decidir colectivamente triunfará en general el mínimo común denominador, esto es, la solución más barata con la que salir del paso. En este terreno tan adverso crece, en ocasiones, una rara y delicada flor: el vecino motivado, un tipo humano que dedica la tarde del domingo a informarse sobre la última convocatoria de subvenciones, a brujulear por webs de estudios de arquitectura y constructoras, para conocer técnicas constructivas alternativas y a perseguir al administrador de fincas, para que se informe o convoque junta extraordinaria. Es él (o ella) quien se dedica a abordar en el portal y en el ascensor a los convecinos más afines y quien va a estar pendiente de las obras, si es que el proyecto llega, finalmente, a buen puerto. Dentro del proyecto Aúna estamos reuniéndonos con grupos de estos héroes y heroínas modernas y el relato es siempre muy parecido: la resistencia y desconfianza de los convecinos, la falta de colaboración del administrador, la incomprensible maraña de pequeñas y grandes decisiones técnicas en las que se ven involucrados, el reproche constante de esos mismos convecinos, durante casa fase de la ejecución, la supervisión de las obras entre proveedores poco honestos. Resultado: quienes lideran los procesos de rehabilitación desde dentro de las comunidades acaban, la mayoría de veces, convertidos en sus mayores detractores. Es decir, la peor estrategia comercial que pudiera diseñarse es aquella que maltrata y desatiende, sistemáticamente, a la los early adopters, la vanguardia que hace luego posible el consumo de masas. La estrategia de rehabilitación de nuestro país contempla diversos instrumentos de gestión, desde el agente rehabilitador a la oficina municipal de fomento. En su diseño se pone el acento en las soluciones técnicas. Se habla, cómo no, de información y comunicación, pero siempre de un enfoque técnico: “tenemos las soluciones, díganos qué necesita. Tenemos una web llena de empresas con las que podrá cubrir cada una de sus demandas”. FALTA EL COMPONENTE HUMANO Cuando cualquiera de nosotros tiene que tomar alguna decisión, lo primero que hace siempre es pasar revista mental a la lista de familiares, amigos y conocidos al alcance de teléfono y de WhatsApp con los que saber ‘por dónde tirar’. Esas personas que te dan esas primeras ideas básicas, que te despejan las primeras dudas de bulto, pero también quienes te acompañan al concesionario, para asesorarte en la compra del coche o la editorial donde publicar sus libros, cuando tienes tu primera novela bajo el brazo. Hablábamos hace un rato de un personaje esencial en la estrategia sectorial de rehabilitación, el vecino motivado. Ahora toca hablar de un nuevo actor, al que podríamos denominar el amigo enterado. Un agente igualmente relevante, y que comparte con el primero un elemento, absolutamente esencial, en este abordaje humano de los proyectos de rehabilitación: la ausencia de ánimo de lucro, el hecho de no estar ahí por hacer negocio o ganar dinero. Si queremos tener éxito en la estrategia de fomento de la rehabilitación, o mejor, si queremos reemplazar el riego por inundación (subvenciones cada vez más generosas) por el riego por goteo (infinitamente más eficiente) ha llegado el momento de que nos olvidemos por un momento de las soluciones técnicas y abordemos el aspecto humano, que va mucho más allá (incluso es lo opuesto) del enfoque de negocio o de la gestión burocrática. En la oficina de fomento, el agente rehabilitador tendría, de este modo, que metamorfosearse en lo más parecido a ese amigo enterado que nos proporciona seguridad y nos asiste cuando más lo necesitamos. A medio plazo, cada nuevo vecino motivado acabaría contando con un equipo de apoyo desinteresado compuesto por aquel conocido que consiguió ya rehabilitar su edificio, junto con el perEn el impulso de la rehabilitación de edificios, para adecuar el parque actual a las exigencias normativas en términos de eficiencia energética, requiere la implicación de los vecinos de la comunidad, enfatizando la figura del agente rehabilitador.

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