Autoclave en las instalaciones del Fruitcentre del IRTA en Lleida. SEGURIDAD ALIMENTARIA 48 TM/año en la UE) o, en el caso de envases metálicos, ofrecer alternativas al uso de ftalatos i bisfenol A en los recubrimientos. Por su parte, los consumidores demandan nuevos productos más saludables que contengan aditivos naturales o nuevos alimentos fun- cionales. En el campo agrícola tienen cada vez más interés los bioplásticos y los biofertilizantes como alternativas medioambientalmente sostenibles y sustitutivas de los plásticos y fertilizantes sintéticos utilizados en la actualidad. Los envases activos y los recubrimientos comesti- bles con compuestos bioactivos están diseñados para liberar o absorber sustancias hacia o desde los alimentos o el entorno que los rodea. En cuanto a los compuestos que estarán disponibles para la valorización en la aplicación en envases activos en el proyecto, los compuestos fenólicos como los hidroxi- tirosoles contenidos en los residuos de aceituna o en el salvado de trigo tienen propiedades antioxidantes muy interesantes. Además, los polifenoles del orujo de aceituna pueden ser usados en envases activos y revestimientos comestibles para aumentar la vida útil de los productos alimenticios. Las principales aplicaciones de las fibras de celulosa para biocompuestos son como agente reforzante para mejorar la resistencia de las pulpas produci- das por procesado termomecánico, como barrera en papel antigrasa y como componente de refuerzo en revestimientos de papel. En la actualidad no hay productos de fibras de celulosa a partir de desechos agrícolas fabricados a escala comercial en Europa para aplicaciones alimentarias. Agrimax estudiará las propiedades de las dispersiones de fibra de celulosa basadas en procesos de microfibrilación principal- mente como espesante y estabilizador de suspensión de productos alimenticios. La producción de biopolímeros (materiales obtenidos a partir de micelio) producidos por hongos mediante procesos naturales a partir de desechos agrícolas (salvado, paja, rastrojos y cascarilla de cereales) tiene potencial para reemplazar a los plásticos sintéticos utilizados en aplicaciones de paquetería y también como macetas de vivero de plantas. Muchos acolchados plásticos biodegradables dis- ponibles comercialmente son películas hechas de almidón vegetal mezcladas con otros polímeros y/o plastificantes que, aunque han demostrado un buen rendimiento mecánico y buena biodegradabilidad, su precio es demasiado alto para atraer la atención de los agricultores e introducirlos en el mercado. Además, su vida útil no es suficiente para la duración o necesidades requeridas del cultivo. Las macetas