Las plantas de arriba de la imagen son convencionales y las de abajo son plantas con el gen modi cado. Genes ‘apagados’, plantas más resistentes Con el n de prolongar su conservación, los investigadores han realizado ensayos a escala nanométrica en el laboratorio para analizar la estructura de las pectinas y han empleado además técnicas de cultivo in vitro con las variedades de fresa ‘Chandler’ y ‘Camarosa’. En colaboración con el grupo del investigador Juan Muñoz de la Universidad de Córdoba, realizaron en primer lugar análisis genó- micos para identi car los genes que se expresan en la fase donde ocurren los cambios de textura. “Comprobamos que las variaciones de rmeza en la fresa dependen de genes que rompen la pared celu- lar. Ellos ordenan impactar sobre la textura del fruto, de modo que concluimos que si silenciábamos esos genes, obtendríamos que la vida poscosecha de la fresa sería más prolongada”, a rma Mercado. Para ello, testaron varios genes y comprobaron que la función de degradación de las pectinas durante la maduración la ejecuta el gen FaPG1. Una vez localizado, emplearon técnicas moleculares para aislar dicho gen y reintroducirlo de nuevo en el genoma de la planta. “Para inhibir la función de cualquier gen, primero se extrae y seguidamente se coloca de nuevo en la secuencia genómica al revés. De esta forma, el gen se apaga y no se expresa más. En este caso concreto, deja de enviar la orden de romper la pared celular y esto conlleva que la fresa dure más”, detalla este cientí co. La reintroducción del gen se realiza mediante la aplicación de una bacteria denominada Agrobacterium. Este patógeno lo integra en