25 muchos puntos por aclarar, por eso las empresas tienen dudas, que ni siquiera la Administración puede aclarar. Una vez aclarados todos los puntos, una vez haya en- trado en vigor y todos los productos se envasen con ENTREVISTA Entiendo... Por ejemplo, un producto que anuncia a bombo y platillo que no tiene grasas trans puede tener un elevado conte- nido en grasas saturadas, azúcares añadidos o sal. ¿Qué dice la UE? Si se incorpora en el etiquetado ‘sin grasas trans’, el consumidor ya no se fijará en nada más y lo con- fundirá con un producto especialmente saludable. Una medida intermedia... Sí, es lo que se ha hecho. Si un producto utiliza grasas parcialmente hidrogenadas tipo grasas trans, tiene obli- gatoriamente que dar esa información en el etiquetado. Esa es la vía en la que se ha trabajado. ¿Y no cree que en vez de vetar esta información se debería ofrecer? Sí, se debería informar sobre ello y hay iniciativas en este sentido. Lo que ocurre es que hay determinados elementos que son auténticos semáforos rojos. En Es- paña las grasas trans están presentes pero no tanto como en otras zonas. Aquí tenemos otros problemas como es el consumo de azúcares. Informar sí, pero no toda la información debe estar en la etiqueta. Bajo su punto de vista, ¿era realmente necesaria esta nueva ley? Sí, porque la legislación en España y en el resto de la Unión Europea venía de una directiva anterior que era muy parca en todo lo referido a información nutricional. Ahora que el consumidor está poniendo el acento en ello, es importante tener claras las reglas del juego. Hasta ahora, las empresas, mediante su autorregula- ción, han creado un sistema para resaltar determinados nutrientes. Pero cada uno lo hacía según su código de buenas prácticas, que no siempre coincidía entre pro- ductos similares. Había que homogeneizarlo. Entonces, es acertada... Sí, pero no es demasiada clara. No es accesible a los operadores porque resulta complicado incluso para el jurista saber qué está diciendo en determinados puntos por el tema gramatical. ¿Gramatical? Sí, hasta el punto de que la Comisión Europea se ha visto obligada a presentar documentos en formato de preguntas y respuestas. Tuvimos un documento prime- ro en 2011 y ahora para 2015 esperamos otro. Quedan su correspondiente etiquetado, ¿cree que el consumi- dor sabrá interpretar lo que está leyendo? No, creo no. Ha crecido el interés de los consumidores por conocer el aporte nutricional de los productos pero, por lo general, no hay un nivel de formación suficiente para entender lo que está diciendo la información nutricio- nal. Lo que estamos viendo es que hay una polarización. ¿De qué tipo? Por un lado, encontramos al consumidor preocupado por controlar su alimentación y por saber el aporte nu- tricional de determinados alimentos; y por otro, el con- sumidor que, ante el exceso de información, cada vez está menos concienciado. Se trataría de conseguir un conocimiento medio de tal manera que la información que estamos ofreciendo fuera fácilmente asumible. El problema es que eso lleva tiempo. Las Administracio- nes están poniendo en marcha varias campañas para concienciar al consumidor pero aún queda mucho camino.I panorama