Anuario Marítimo Español 2022

tiempo, se transformaría el conocimiento que los humanos teníamos, se cambiaría la geografía del planeta que habitamos, uniendo civilizaciones, culturas, religiones y mercancías. El lugar que simbolizaría la conquista del Fin del Mundo, sería el Estrecho de Magallanes, una hazaña increíble incluso bajo nuestro punto de vista actual, que abriría la puerta al océano más extenso de la Tierra, que interconectaría todas las grandes masas de agua de nuestro planeta. Una hazaña que, poco después, se ampliaría con las exploraciones irrepetibles de Juan Ladrillero y Cortés de Ojea en la misma zona, tres décadas después, y el desgraciado intento de colonización de Pedro Sarmiento de Gamboa hacia 1580. La expedición de Magallanes y Elcano, después de múltiples problemas, tras encontrar el ansiado paso se enfrentaban al océano más grande y desconocido, sin posibilidades de provisionarse de agua ni alimentos frescos, algo que les llevaría al límite de sus posibilidades físicas y mentales. Todos sufrieron hambre, agotamiento y escorbuto. Y muchos lo pagaron con su vida. Por si fuera poco, en abril de 1521, Magallanes murió en la isla de Mactan en un enfrentamiento con indígenas, dejando a la expedición diezmada y sin su liderazgo. En esas condiciones parece un milagro que la expedición pudiera recomponerse, que alcanzasen las islas de la especiería -ya en noviembre de 1521 y con sólo con dos naves- y que con un nuevo capitán Juan Sebastián Elcano. Fue el marino de Getaria, el que asumió el liderazgo y tomo la difícil decisión de continuar el viaje navegando siempre hacia el Oeste hasta que la nao Victoria y su tripulación alcanzó al filo de lo imposible, la desembocadura del río Guadalquivir, salvándose de ser apresados por los portugueses. Aquellos 18 hombres que desembarcaron, eran los restos de la escuadra de cinco naves y más de 240 hombres que habían partido de Sevilla tres años antes. Más de dos terceras partes, entre ellos Magallanes, habían dejado su vida en la gran aventura. Después del aquel 6 de septiembre de 1522, el mundo ya no volvería a ser el mismo. Ahora pueden analizarse con objetividad, es decir con justicia, las aportaciones de aquella extraordinaria aventura. Supuso la conquista definitiva de los océanos. Aquellos mares tenebrosos que hasta entonces eran fronteras y obstáculos, se convertirían en las nuevas autopistas del comercio y los imperios. Por fin pudo saberse de forma científica, y trasladarse a los mapas, las dimensiones reales del mundo en el que vivimos: los continentes y su posición, los océanos y sus vías de conexión, y buena parte de las islas, aunque todavía quedasen retos para la exploración en el interior de las grandes tierras. Esa sería la gran tarea que quedaría para la siguiente generación de exploradores. El comercio sería global y los imperios rivalizarían por el control de los mares. Lo que conllevaría un desarrollo naval, tecnológico y cartográfico de primer orden. Todos aquellos descubrimientos se compartirían y por tanto serían universales. Los mitos que quedaban irían desvaneciéndose, gracias al temple de aquellos esforzados marinos que, aunque muchos de ellos analfabetos, sabían más que nadie de navegación. Oriente y Occidente, esta vez sí, quedarían unidos para siempre pues los mares no se podían cerrar o bloquear como había ocurrido con la Ruta de la Seda. Es la primera globalización y, probablemente, la mayor aventura realizada en el planeta Tierra desde el punto de vista de las repercusiones que tuvo. Sin duda la hazaña del joven Alejandro, atravesando el Hindu Kush, sometiendo al imperio persa y llevando el helenismo a las puertas de la India, tuvo una gran repercusión en el mundo de hace 2400 años. Pero todas aquellas culturas y civilizaciones ya se conocían, y los caminos entre Oriente y Occidente era recorridos por mercaderes y religiosos. De hecho, tras la muerte de Alejandro Magno, el imperio se fracturó y aquellos caminos abiertos volverían a cerrarse. Y así siguieron durante siglos, hasta que el imperio “La creación del Trofeo Oceánico Elcano en memoria de aquella aventura protagonizada por el marino vasco y sus compañeros, es de justicia” ANUARIO MARÍTIMO ESPAÑOL SEBASTIÁN ÁLVARO 117

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