86 Eva Febrero, viuda de José Luis Iranzo "Hacer un Iranzo" OPINIÓN Si alguien ha mirado mi per l personal en Twitter ha podido com- probar que en el espacio dedicado a mi descripción pongo que "creo ante todo en las personas y que soy ruralista". Todas mis estructuras y mis paradigmas se rompieron el funesto 14 de diciembre y desde ese día, como a muchas otras inocentes personas les pasa, la vida me trajo una guerra envuelta en dolor que jamás hubiera querido lidiar. Creía en las personas y quiero seguir creyendo. Siempre había pensado que todos teníamos una parte buena. Y de pronto me encuentro, de la manera más desgarradora posible, que eso no es así. Que hay gente que de formas muy diferentes pueden hacer mucho daño. En los últimos tres meses he conocido la maldad expresada de muchas maneras, y entre ellas también la maldad más absoluta, la de un asesino que arrebató la vida a José Luis sin compasión, sin motivo y sólo por hacer el mal. Sin embargo, si quiero seguir viviendo, tengo que seguir creyendo en las personas porque con José Luis aprendí a sonreírle a la vida y supe lo que es el amor por encima de todo. Y con su muerte he conocido que la tristeza más profunda sólo puede soportarse acompañándola de la bondad de la gente buena y del valor de la amistad. Por todo esto, debemos seguir creyendo en los demás, aunque cueste, dejando SIEMPRE a un lado la rabia y el odio. José Luis era luz, era entusiasmo y era amor. Iluminaba donde estaba y sacaba lo mejor de todos nosotros. Sorprendentemente algo que yo pensaba que sólo me pasaba a mi, con su muerte he sabido que le pasaba a mucha más gente, tal y como me habéis dicho muchos que hoy estáis aquí. Su entusiasmo le hacía ser un guerrero. Un guerrero sensato. Jamás vi en su mirada el desánimo y los que lo conocíais me daréis la razón. Un luchador incansable por aquello que creía, por su fami- lia y por sus amigos. Un espartano como él solía decirme. Y desde aquel día 14 ese guerrero sensato es mi motor y así lo seguirá siendo por siempre. “He visto en los ojos de José Luis su amor por el campo” Esa fortaleza es 'Hacer un Iranzo'. Es ser agricultor y ganadero y, además sindicalista. Es la fortaleza de levantarte a las tres de la madrugada para darle de comer a las ovejas, porque los animales no entienden de estas de guardar, y cruzarte la Península para estar a las 12.00 del mediodía en Mérida. Lavarte en un abrevadero y cambiarte de ropa para estar 'decente', y llegar a la Consejería a defender los intereses de aquello que amas. Porque yo he visto en los ojos de José Luis su amor por el campo. Trabajar en esto no es sólo un trabajo, es una pasión. No debe olvidarlo nadie. Es una pasión. No se entendería de otra forma. Y algo que he aprendido de José Luis es que la vida hay que vivirla con alegría y mucha pasión, porque cuando menos te lo esperas se acaba y aparece la nada más absoluta. La NADA. Todos tenemos nuestra propia luz y la que nos dan los demás, por eso pido por favor a la Justicia Española, a la Justicia Italiana, y a aquellos que pueden de nir las leyes, que el asesino de José Luis y de otras cuatro inocentes víctimas, viva el resto de su vida sin luz. Sin la suya propia, sin la luz de los demás y por supuesto, sin la luz del sol, para que no vuelva a hacer más daño. ¿Qué mayor castigo puede haber en la vida que vivir sin luz? Sé que José Luis impregnó con ese entusiasmo y con su fortaleza de guerrero espartano a muchas personas para continuar viviendo en el medio rural. Su dramática muerte, en ese medio rural que tanto amaba, no debe quedar en balde... En 2011 se presentó desde COAG al Ministerio del Interior una denuncia sobre la preocupa- ción por la inseguridad de los agricultores y ganaderos en el medio rural. Paradójicamente, seis años después, lo que José Luis denun- ciaba le trajo la muerte. Él, inocentemente, estaba muy feliz el día que murió. Sin temor a nada andaba por su querida masía 'El Saso', feliz con sus ovejas, ayudando a la Guardia Civil, a pecho descubierto, como tantos agricultores y ganaderos valientes hacen habitualmente. Ese día, al anochecer, un malvado mató a José Luis. El único culpable que afortunadamente está entre rejas. Una tragedia que destrozó la preciosa familia que teníamos. Que no era casual. Estaba hecha con mucho trabajo, como todo lo que realmente tiene valor. Que destrozó la vida de otras dos familias, las de Victor y Victor Jesús, y que días antes había puesto en peligro de muerte a otros dos ino- centes, que también lo están pasando muy mal, Manuel Marcuello y Manuel Andreu, y que están vivos de milagro. “Lo que pasó es también una forma de destruir el medio rural” Lo que pasó no va a animar a gente a tener una granja, o a ir al campo de noche a regar. Lo que pasó es también una forma de des-