la emisión de gases de efecto invernadero u otros gases, como el NH3, que pueden originar problemas de acidificación o eutrofización tras su deposición (Bosch-Serra et al., 2014). El agua actúa como medio de transporte de sales solubles, como es el caso de las sales en las que inter- viene el ión nitrato. Consecuentemente, el estudio del balance de agua en el suelo a lo largo de un cultivo o rotación de cultivos y, en concreto, el cono- cimiento del drenaje profundo permite obtener una aproximación al riesgo de lixiviación de nitrato en un determinado suelo y bajo un determinado manejo del mismo. El establecimiento del balance permitiría además la adopción de medidas encaminadas a mejo- rar la eficiencia de uso del nitrógeno por las plantas. El análisis de algunos de los términos del balance de agua requiere conocer, en primer lugar, las pro- piedades hidráulicas del suelo. Éstas proporcionan información acerca de cómo se comporta el agua en el suelo, es decir, cuál es su capacidad de alma- cenamiento y cuando se producen los flujos de agua en el suelo. En segundo lugar, es necesario conocer las relaciones entre los parámetros implicados y su dependencia del manejo agrícola realizado. Estos parámetros están relacionados con la curva de reten- ción de humedad y la conductividad hidráulica. La primera expresa la correspondencia entre la humedad volumétrica del suelo y su potencial matricial (que es el resultado de las fuerzas capilares y de adsorción de la matriz del suelo). La segunda es la capacidad que posee el suelo para permitir el paso de agua a través del mismo. Por su interés físico y biológico hay que destacar tres contenidos de agua en el suelo: el contenido de agua a saturación, a capacidad de campo y en el punto de marchitez permanente. La humedad de saturación (θsat) es el contenido de agua (en términos volumétri- cos) que tiene el suelo cuando todos sus poros están llenos de agua (se corresponde con un potencial matricial de 0 kPa). Una medida de la humedad de saturación la proporciona la porosidad del suelo. La capacidad de campo (θcc) es la cantidad máxima de agua que un suelo puede retener después del drenaje del agua gravitacional, normalmente tras 2 o 3 días desde la saturación del suelo (se corresponde con un potencial matricial de entre -10 y -33 kPa, según la textura del suelo). El punto de marchitez perma- nente (θpmp) es el contenido de agua retenido en el suelo y que las plantas no pueden extraer, debido al predominio de las fuerzas de adsorción (equivale a un potencial matricial de -1.500 kPa). A partir de estas humedades se define el agua dispo- nible para las plantas, o agua útil, como la diferencia entre el contenido de agua en el suelo a capacidad de campo y el contenido de agua en el punto de marchi- tez permanente. Por otra parte, el drenaje rápido tras una lluvia importante o un riego viene dado por la diferencia entre el contenido de agua saturación y el contenido de agua en el suelo a capacidad de campo. Tener una idea del agua disponible en un suelo o del drenaje tras un aporte de agua no solo es importante desde el punto de vista agronómico, sino también desde el punto de vista medioambiental. Otras propiedades físicas del suelo influyen sobre la dinámica del agua. Entre ellas destacan la textura y la estructura La textura determina el porcentaje de las distintas fracciones (tamaño < 2 mm) del material mineral del suelo y la estructura el tamaño, volu- men, conectividad y geometría de los poros (Conolly, 1998). En sistemas agrícolas a menudo la estructura es modificada por procesos de compactación como consecuencia del manejo del suelo, afectando a la porosidad del suelo y sus funciones (Dec et al., 2008). Este parámetro se puede evaluar indirectamente a través de la densidad aparente, generalmente consi- derada como un valor inversamente proporcional al grado de estructuración del suelo. Cereal 65