PROTECCIÓN DE CULTIVOS Hacia una mejor gestión de las parcelas agrícolas: Agricultura de precisión y control localizado de malas hierbas El uso de fitosanitarios es imprescindible para mantener la actual producción agraria y cumplir las necesidades de cali- dad y cantidad de alimentos que demanda la población. La Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas es- tima que los gastos en fitosanitarios ascienden anualmente en Europa a cerca de 9.000 millones de euros, de los que unos 650 millones de euros corresponden a España (AEPLA, 2015). Con el objetivo de realizar una aplicación efi- ciente de los mismos, desde la Unión Europea se adoptaron dos actos legislativos que incorporan los fundamentos de la estrategia para el uso sostenible de fitosanitarios: 1) el Reglamento (CE) 1107/2009, relativo a la comercialización de productos fitosanitarios, y 2) la Directiva 2009/128/CE, para conseguir un uso sostenible de plaguicidas. Dentro de estas normativas se destacan como elementos clave “el fomento del bajo consumo (reducción de las aplicaciones) y la utilización de dosis adecuadas y ajustadas a la superficie a tratar”. Estos componentes están incluidos en el funda- mento agronómico de la agricultura de precisión, cuya fina- lidad radica en que las parcelas de cultivo se gestionen de forma localizada, ajustándose las tareas y los tratamientos agrícolas a las necesidades reales de cada zona del cultivo. Con estas técnicas se persigue reducir costes, optimizar el rendimiento, aumentar la rentabilidad y obtener beneficios económicos y medioambientales. Un caso particular es el control localizado de malas hierbas, que consiste en aplicar el herbicida u otra medida de control sólo en las zonas infestadas por malas hierbas, adaptando el tratamiento a la cobertura y tipología de malas hierbas presentes. Este control se fundamenta en que las malas hierbas se suelen distribuir en rodales o agregados dentro de los cultivos, tal como prueban numerosos trabajos cien- tíficos (Heijting et al., 2007; Jurado-Expósito et al., 2009), lo que permite obtener mapas de zonas con infestación y sin infestación (figura 1). El proceso para aplicar un control localizado de malas hier- bas incluye tres pasos fundamentales: 1. Conocer la posición espacial de las malas hierbas dentro del cultivo (p.ej., mediante mapas georreferenciados de malas hierbas). 2. Análisis de los datos y toma de decisiones, lo que tam- bién se denomina planificación del control: dónde, qué, cuánto y cuándo aplicar.