ENTREVISTA (ciencia ficción hace tan sólo unos años), nos permiten acometer estudios sobre la cuantificación de la fluores- cencia clorofílica a partir de los efectos de emisión en banda del oxígeno atmosférico, y su interés es alto por su relación con la fotosíntesis. ¿Cuáles son los retos de este tipo de técnica? Cuantificar la fluorescencia naturalmente emitida por la vegetación tiene grandes complicaciones debido a que estamos hablando de medir un 2-3% de la radiación que le llega a la planta. Es decir, es una mínima parte de la luz que usa la planta para sus procesos fotoquímicos, por lo que hay que usar sensores muy precisos y con una rela- ción de señal alta. Los avances están siendo muy gran- des, y ya tenemos disponibles vehículos no tripulados capaces de volar sensores hiperespectrales que nos per- miten cuantificar dicha fluorescencia. Hace unos años esto era totalmente impensable. ¿Cuáles son las principales aplicaciones agrícolas de la teledetección en la actualidad? Hasta hace pocos años la teledetección era útil para el seguimiento de los cultivos a escalas globales, pero tenía poca utilidad en la toma de decisiones relacionadas con el riego, la aplicación de fertilizantes o la detección de en- fermedades. Con la generalización de los aviones tripula- dos para aplicaciones de teledetección, y sobre todo de los vehículos no tripulados, las aplicaciones directamente relacionadas con la agricultura de precisión han aumen- tado tremendamente. En concreto, ya somos capaces de darle resultados al agricultor solamente unas horas des- pués de haber volado su parcela, lo que le permite tomar decisiones sobre las necesidades de riego o la detección de problemas. Su equipo ha sido el primero en detectar el estrés hí- drico mediante un microsensor de sólo 15 centíme- tros con un peso menor a un kilo. Sí, desde hace años se están volando sensores que cu- bren el espectro del infrarrojo térmico para cuantificar la temperatura de superficie de la vegetación. Esto se ha realizado tradicionalmente desde satélites, a escalas glo- bales y resoluciones bajas, o bien mediante sensores de varios cientos de miles de euros que operan organizacio- nes gubernamentales para investigación fundamental- mente. Sin embargo, con la llegada de los microsensores embarcables en plataformas tripuladas y no tripuladas se ha abierto una gran cantidad de aplicaciones.