91 La globalización imperante ha acabado acumulando mu- chos desequilibrios y eso es un riesgo que hay que saber abordar. Los desequilibrios en las balanzas por cuenta co- rriente de numerosos países ricos se han visto financia- dos por países emergentes. El mundo al revés: las deudas que acumulaban los consumistas del primer mundo provenían, en muchos casos, por la liquidez des- bordante del mundo emergente. Un mundo, el emergente, que además captó no poca in- versión extranjera: gracias a los altos retornos que eco- nomías en ebullición ofrecía frente al tran-tran del mundo desarrollado. Capitales, muchos de ellos, que pueden volar si esas tasas de crecimiento económico se ralenti- zan. Así pues, la apertura de nuevos mercados y de sus bajos costes y economías de escala, han acumulado mil- millonarios superávits. Eso, unido al libre movimiento de capitales ha puesto en un brete a una economía mundial desbordada por una evidente falta de gobernanza. ¿Quiénes son los poderosos en la negociación internacional dentro de la Supply? El crecimiento tan desaforado de la economía mundial ha provocado una traslación creciente del poder hacia otras latitudes lejanas a Occidente. Esa paulatina traslación es un proceso largo, sin un destino claro, pues son muchas las tormentas y avatares que ese viaje recién iniciado. Son muchos los que piensan que el poder cruzó en el siglo XX el Atlántico y ahora puede estar iniciando la larga, larguísima, travesía de cruzar el Pacífico. Los famosos BRIC son un ejemplo de cómo ha cambiado el panorama. En la cumbre celebrada en Sudáfrica apela- ron a crear un banco de desarrollo que no dependiera de Washington. La iniciativa, sumamente compleja de llevar a cabo, es un ejemplo de esa falta de representatividad y, por ende, de poder, en manos de los emergentes. Lo mismo podría decirse de la OMC: tradicionalmente Eu- ropa, EE UU y Japón dictaban las normas del desarme arancelario. En función de sus intereses particulares mar- caban un ritmo y un grado en la profundización del co- mercio mundial, focalizado en aquello en lo que eran competitivos: la industria. Tras la eclosión de la globaliza- ción se quiso ahondar en la senda de la integración de los mercados internacionales. Pero claro está, en aquello en lo que Occidente tuvieran las de ganar: los servicios. Un sector poco internacionalizado y con un enorme po- tencial que supone más del 75% del PIB de la mayoría de las economías desarrolladas. Ni que decir tiene que el sector agrícola, nuevamente, se quiso dejar de lado. Y hete aquí, que en la cumbre ministerial de la OMC en Cancún, en 2003, el mundo emergente se plantó y exigió abrir la negociación. Una nueva señal de que el mundo es diferente al tradicional.I CARLOS JIMÉNEZ, PELAYO CORELLA Y DOMINGO CABEZA (PROFESORES DE LOS PROGRAMAS MÁSTER DE LA FUNDACIÓN ICIL) logística aplicada