tos agrarios, es decir, de los precios obtenidos en la co- mercialización, en los mercados. Y la rentabilidad depen- de de que el precio sea digno y que los costes de producción, que también dependen del mercado, sean razonables. Asimismo, la nueva PAC liquida prácticamente todos los sistemas de regulación de mercados, eliminando defini- tivamente el principio de Preferencia Comunitaria, y nos deja en un “sálvese quien pueda” frente a los mercados especulativos globales, dominados por los grandes ope- radores comerciales y financieros. Además la reforma pasa de largo y no establece un control de la cadena ali- mentaria, dejando campar a sus anchas a la industria y sobre todo a la gran distribución. En estas condiciones es imposible defender unos precios dignos y unos costes equilibrados. Además, se acaba con lo poco que quedaba de control de determinadas producciones, suprimiendo las cuotas lácteas, y a corto plazo las cuotas de azúcar y los dere- chos de plantación del viñedo. Esto es un jaque a estos sectores, que además pierden el valor de las inversiones que se vieron obligados a realizar para tener derecho a producir. Estos derechos de los productores son pisote- ados por quienes deciden políticas tan contradictorias y que nunca asumen responsabilidades por ello. En este contexto, se da la circunstancia de que la nueva PAC aumenta aún más las exigencias medioambientales, “el verdeo”, para nuestras producciones comunitarias, que se añaden a las estrictas condiciones de calidad y se- guridad alimentarias, el bienestar animal, la completa tra- zabilidad y la prohibición de uso de multitud de productos químicos. Más exigencias, que significan mayores cos- tes, a cambio de menos ayudas compensatorias, porque la realidad es que el presupuesto para la nueva PAC ha sido recortado. Aunque no lo quiera reconocer el Sr. Mi- nistro, el presupuesto de las ayudas PAC se reduce en más de un 13%, que es la pérdida real de su poder adqui- sitivo, para el nuevo periodo 2014-2020. Además, aumen- tan las exigencias, se dividen las ayudas por capas y pagamos con nuestras propias ayudas el fondo destinado a paliar las posibles crisis de mercado. Esto significa que, además del efecto de la “convergencia” – que finalmente será limitado y afortunadamente sin tasa plana–, muchos agricultores y ganaderos recibirán un montante sustancial- mente menor de pagos directos.