son flexibles, o acabar mal si hay que ir a una primera lectura porque no haya acuerdo, y posteriormente a una segunda lectura, lo que significaría que en 2014 no sería posible tener los reglamentos publicados. Además resul- ta urgente su aprobación, ya que a la vez se están nego- ciando las medidas transitorias para 2014, que no se podrán aprobar si antes no se han adoptado los reglamentos. En cuanto a los objetivos de la Comisión son genéricos e interpretables, pero se puede entender que la propuesta en si misma se mantiene y los principios propuestos en su inicio se han conseguido. Otra cosa es como se aca- ben concretando estos objetivos, y ahí jugará un papel fundamental el modo en que lo apliquen los Estados. Sobre todo porque si algo caracteriza la PAC es su flexi- bilidad, y esta se va agrandando en cada reforma en la medida que crece el número de implicados y el elemento de la codecisión obliga a dejar a los Estados adaptar las reglas generales a las condiciones concretas que pueden ser tan distintas como las de Canarias a las de Laponia. Como principio la flexibilidad es por la tanto inevitable, el peaje que hay que pagar por llegar a acuerdos de este tipo, pero también tiene sus costes en forma de comple- jidad, cuando se quería ir hacia una PAC más simplificada, y puede llevar a que los modelos de aplicación que salgan en Estados federales o autonómicos, como España, sean incluso distorsionadores de la competencia. ¿Qué parte de esa PAC aprobada se puede aún aca- bar de perfilar por parte de los Estados miembros? ¿En qué punto se encuentran las negociaciones den- tro del marco español? España ha sido el primero de todos los Estados que ha llegado a aprobar en la Conferencia Sectorial del mes de julio un modelo que apuesta por una uniformidad de apli- cación a nivel estatal. Otros Estados están aún empezan- do las consultas, como Reino Unido o Irlanda, mientras que en países como Francia, que parecía tener las ideas muy claras e incluso intervino en elementos clave de las conclusiones finales, ahora existe un gran debate para concretar lo que se apuntó en los inicios, con una fuerte negociación entre ministerio y sindicatos. La conclusión es que la mayoría de países aún no se ha pronunciado sobre el modelo que va a aplicar, pero nos tememos, por lo que estamos observando en España, que las divergen- cias pueden ser inmensas.