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Caso de éxito

Adiós al Candlestick Park

Redacción Interempresas05/10/2015

Los martillos hidráulicos de Atlas Copco ayudan a Silverado Contractors a derribar el Candlestick Park de San Francisco de un modo seguro y eficiente.

Cuando los residentes permanentes del Candlestick Park, los San Francisco 49ers y los San Francisco Giants, decidieron irse a nuevos emplazamientos, Lennar Urban se hizo cargo del terreno. El desarrollador con sede en Miami tiene planes para convertir el Candlestick Point, la formación que dio nombre al estadio, y el adyacente Hunters Point Shipyard en 283 hectáreas de edificios de uso mixto, centros comerciales y zonas residenciales. Pero antes de que tiendas y viviendas puedan aparecer, el estadio debe desaparecer.

La excavadora de alto alcance de Silverado Contractors y el martillo HB 2500 de Atlas Copco demuelen el deflector de viento de hormigón del...
La excavadora de alto alcance de Silverado Contractors y el martillo HB 2500 de Atlas Copco demuelen el deflector de viento de hormigón del Candlestick Park.

La demolición del Candlestick Park ha resultado ser un reto único para Silverado Contractors Inc. de Oakland, California, por su tamaño y por el deflector de viento de hormigón armado y las paredes de hormigón grueso, características que le dieron fama antaño. El estadio de Candlestick Park se inauguró para béisbol en 1960 después de que los New York Giants se trasladasen a San Francisco, y se convirtió en un estadio de fútbol americano en la década de 1970. El estadio daba cabida a casi 70.000 fans durante un partido, evitaba que las rachas de viento soplasen en el campo, y soportó años de terremotos, incluido uno de 7,1 en la escala de Richter en 1989.

Se trataba de una gran construcción de 40 metros de altura y 60.000 metros cuadrados, compuesta por unas 96.000 toneladas de hormigón armado y acero. El plan original implicaba dinamitar el estadio; sin embargo, el desarrollador y Silverado tenían que considerar los requisitos de exposición a polvo y ruido de las autoridades de gestión de la calidad del aire del Área de la Bahía en relación con los barrios próximos. Eso modificó el plan, y la mejor solución fue emplear excavadoras con herramientas hidráulicas.

“Hemos realizado tareas de demolición selectiva en otros estadios en el pasado, pero es la primera vez que hemos demolido un estadio entero”, explicó Andrew Baird, director de proyectos en Silverado Contractors.

El contratista de demolición con sede en Oakland, California, aborda una amplia variedad de proyectos, desde demolición selectiva hasta la renovación integral de edificios y puentes, sobre todo en la Costa Oeste.

“Desmontar la estructura pieza a pieza, de sección en sección, era la única forma de garantizar la seguridad del personal durante la demolición y de minimizar el polvo”, declaró Baird. También conformaba una oportunidad excepcional a la que no se enfrentan muchos contratistas: la demolición completa de un estadio, algo que no ha ocurrido en la Costa Oeste desde la del Kingdome de Seattle hace 15 años.

Pero en noviembre de 2014, el recuerdo de ese proyecto quedaría ensombrecido por el trabajo reservado para el estadio de Candlestick Park. Silverado comenzó la demolición del estadio desmontando los 68.500 asientos y eliminando el material peligroso, algo que llevó varios meses. En febrero de 2015, Silverado estaba listo para la siguiente fase del proyecto: la demolición. Unos 30 trabajadores desmontaron y destruyeron todos los escombros no reciclables de los stands, baños y suites de lujo. Cuando llegó la primavera, entraron en acción los pesos pesados: un equipo de operarios de Silverado y varias herramientas hidráulicas, incluidos los martillos de Atlas Copco. Estaban listos para afrontar los trabajos pesados de demolición comenzando por la estructura principal del estadio.

“El desafío es importante, pues se trata de una estructura muy grande y muy distinta a un edificio convencional”, confesó Baird. “Pero tras revisar las elevaciones estructurales y analizarlas, te das cuenta de que es como cualquier otro inmueble, aunque a una escala mucho mayor.”

Antes de que la demolición pesada pudiera empezar, Silverado debía asegurarse de que todo estuviera listo. Con una excavadora equipada con una herramienta de cizalla hidráulica, los operarios cortaron la tribuna descubierta retráctil de acero, y el personal pudo acceder así al campo para clasificar los escombros.

El corte de las secciones de acero fue mucho más rápido que romper un área de hormigón. Significaba que podían entrar en el campo y estar listos más rápidamente: un buen punto de partida para los trabajadores de Silverado.

Una vez dentro, tocaba enfrentarse al deflector de viento de hormigón y la cubierta superior del estadio, así como las graderías reservadas inferiores. El equipo de operarios utilizó una amplia gama de máquinas y herramientas, incluidos elevadores aéreos, excavadoras, herramientas de martillo hidráulico, cizallas y pulverizadores de agua. El objetivo era demoler de arriba abajo, y en el sentido de las agujas del reloj desde la esquina suroeste del estadio.

“Escogimos los martillos de Atlas Copco porque son un producto de calidad demostrada y fácil mantenimiento, y ofrecen una potencia de impacto fantástica”, explicó Sean Holifield, director de operaciones de Silverado Contractors.

El operario de Silverado Contractors utiliza el martillo HB 5800 de Atlas Copco para demoler las paredes de hormigón armado de hasta 45 cm de grosor...
El operario de Silverado Contractors utiliza el martillo HB 5800 de Atlas Copco para demoler las paredes de hormigón armado de hasta 45 cm de grosor.

Las excavadoras dotadas de herramientas de martillo HB 2500 y HB 5800 de Atlas Copco demolieron las paredes de hormigón armado, mientras que otra excavadora con una herramienta de cizalla hidráulica cortaba los soportes de acero y barras de refuerzo conforme asomaban de entre el hormigón desmoronado. “Utilizamos esos martillos casi a todas horas, con tiempos de parada mínimos”, añadió Holifield.

Ambos martillos cuentan con el sistema de lubricación ContiLube II de Atlas Copco que engrasa automáticamente los casquillos de desgaste para minimizar el deterioro y eliminar prácticamente las paradas propias de la lubricación manual.

“La productividad es crítica en este sector”, opina Dana Creekmore, directora del canal regional Oeste de Atlas Copco. “Y gran parte de la productividad se reduce al equipamiento; de tener martillos que requieran un mantenimiento mínimo a contar con la herramienta adecuada para cada trabajo.”

La amenaza de las paradas se minimizó, pero el riesgo del polvo era una preocupación constante, sobre todo en uno de los momentos álgidos del proyecto: el deflector de viento.

“Estaba a unos 35 metros sobre el suelo; llevar los martillos hasta ahí y pulverizar agua para eliminar el polvo en los puntos elevados podía haber sido un reto logístico importante”, relató Holifield. “Hubiera sido rápido y sencillo demolerlo con una grúa dotada de una bola demoledora, pero la cantidad de polvo y escombro hubiera generado mucha preocupación.”

Rociar agua manualmente en los puntos de impacto y las zonas de caída de los escombros hubiera sido casi imposible con una bola demoledora debido a su imprecisión. El uso de martillos manuales hubiera sido más preciso, pero era arriesgado para los operarios. Las paredes del estadio medían hasta 45 cm de grosor, y precisaban una alta potencia de impacto para derribarlas.

“El control del polvo era una gran preocupación no solo en el deflector de viento, sino en casi todo el proyecto. Y debíamos abordarlo desde dos frentes: donde rompíamos el material y donde caía al suelo”, detalló Baird.

Silverado incorporó pulverizadores a las excavadoras que rociaban agua automáticamente para controlar el polvo en la punta del martillo. Así se garantizaba que los operarios de las excavadoras tuvieran una visión clara del trabajo y se eliminó la necesidad de un control manual del polvo, lo que implicaba que los trabajadores podían mantenerse a una distancia de seguridad de los escombros que caían. Silverado también tenía a operarios que controlaban rociadores en elevadores aéreos, que estaban por detrás de la excavadora y que pulverizaban el punto donde caían los escombros.

Para el deflector de viento, Silverado empleó su excavadora de alto alcance y 76 toneladas, y el martillo hidráulico HB 2500 de Atlas Copco. La pluma de la excavadora podía alcanzar los 40 m de altura, con lo que el martillo llegaba a golpear el deflector y el operario quedaba fuera del alcance de los escombros que caían. Fuera del estadio, el operario usaba el cincel del martillo con la pared curvada de hormigón del deflector y la perforaba. Con una velocidad de impacto de 580 golpes por minuto, no tardó mucho en destruir los cascotes de hormigón y vigas de acero, lo que provocó que el deflector se combase y se derrumbase sobre la cubierta superior.

“Sin la herramienta de martillo, lo hubiéramos pasado muy mal demoliendo el deflector de viento y controlando el polvo. Hubiera sido casi imposible tener el mismo control con una bola demoledora”, admitió Baird.

Mientras los trabajos seguían arriba, un operario con otra excavadora de 76 toneladas y el martillo HB 5800 de Atlas Copco conseguía hasta 480 impactos por minuto para arremeter contra las gruesas paredes de hormigón armado abajo. Se aliaron con otra excavadora que usaba cizallas para sacar las secciones de asientos inferiores, que también eran de hormigón armado.

“Ver cómo el martillo grande trabajaba con la herramienta de cizalla resulta bastante increíble porque lo que logran juntos es mucho más que lo que puede conseguir cualquier máquina por sí sola”, afirmaba Baird.

El martillo abría camino a través de los pilares y paredes de hormigón externas, mientras que la otra excavadora se adentraba con las cizallas y eliminaba las partes destrozadas de vigas y chapas de acero de la cubierta superior. “No solo era más fácil contar con dos excavadoras, sino que también era más eficiente”, explicó Baird.

Dado que cada excavadora estaba equipada con su propia herramienta (una para romper y otra para cortar), el personal no tenía que detenerse para cambiar las herramientas. Demolieron el área desde la parte superior del deflector hasta la última fila, sección por sección, en cuestión de horas.

Conforme se venía abajo cada sección, otros trabajadores actuaban para clasificar los escombros. Utilizaban una excavadora con una cuchara para separar las vigas retorcidas del hormigón, y lo guardaban todo in situ antes de triturarlo como material de relleno para el nuevo emplazamiento o reciclarlo para construir carreteras. El personal también clasificaba y enviaba las vigas almacenadas y el metal no férreo a reciclaje. En total, se recicló cerca del 98% de los escombros del estadio.

“Este proyecto exigió mucho trabajo en equipo a todos los niveles para que nuestros operarios expertos pudiesen lograr sus objetivos”, destacó Holifield. “Desde el encargado, Óscar Reyes, que supervisaba a toda la plantilla, y Andrew Baird que los coordinaba con los equipos, hasta el excelente soporte al cliente prestado por Dana Creekmore de Atlas Copco: todo garantizaba que fuésemos avanzando.”

Antes de terminar con la demolición a finales de agosto, los trabajadores de Silverado siguieron confiando en las herramientas de martillo de Atlas Copco para demoler las losas de hormigón restantes. Incluso trajeron refuerzos: los martillos HB 4700 y HB 3100.

Ocurre en el deporte, y a veces también con los estadios: todo lo que sube, baja. Y a menudo, como en la demolición del estadio de Candlestick Park, la gravedad es el enemigo: desde el polvo que se levanta cuando caen los escombros hasta prescindir de un método de demolición rápido y sencillo, como la implosión.

Pero siempre hay un modo de superar un reto. Al igual que un lanzamiento ganador, Silverado Contractors implementó una ofensiva perfecta contra la generación de polvo y las paradas, lo que les permitió ganar el partido con una demolición segura y eficiente en última instancia.

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