Entrevista a Miriam Gallur Blanca, jefa de proyectos del departamento de materiales y sistemas de envasado de Itene
7 de octubre de 2010
Bueno, pues empecemos por el principio. ¿Qué es un biopolímero?
Es un material que procede de fuentes naturales, es decir, fuentes que podemos encontrar en la naturaleza. Hay distintas clasificaciones, pero una de las más utilizadas es en función de su origen. Así, tenemos biopolímeros que se extraen directamente a partir de la biomasa, bien a través de las proteínas animales o vegetales (colágeno, suero de la leche, soja, glutén...), a partir de polisacáridos (almidón o celulosa) o a través de los lípidos (triglicéridos). Después tenemos los llamados biopolímeros sintéticos.
¿Y en qué se diferencian de los otros?
Se obtienen a partir de monómeros renovables que se encuentran en la naturaleza como en el caso del ácido láctico. Para llegar a ser polímeros se les somete a un proceso de polimerización sintética como el que sufren la mayoría de polímeros sintéticos como el polietileno (PE) o el polipropileno (PP), y en este caso se obtendría el poliácido láctico.Pero aún hay una tercera clasificación.
¿Cuál?
Aquellos biopolímeros que se obtienen de microorganismos por fermentación. Existen una serie de bacterias que fermentan y sintetizan estos polímeros in situ, es decir, en la propia bacteria. Un ejemplo de este tipo de polímeros son los polihidroxialcanoatos (PHA).
Entonces, estas son las tres clasificaciones de biopolímeros obtenidos de fuentes naturales...
Exacto. Se obtienen a partir de fuentes naturales y todos ellos son biodegradables.
Pero no todos los biodegradables son biopolímeros...
No. Hay plásticos biodegradables que provienen de monómeros sintéticos no renovables como la policaprolactona (PCL), que es sintética, pero biodegradable. Otro caso es el del Mater-Bi, de Novamont, empresa que participó en la jornada que organizamos, un bioplástico compuesto en parte por un biopolímero y en parte por un poliéster sintético que sí que es biodegradable.
¿Qué condiciones necesita un plástico biodegradable para descomponerse?
Me gustaría aclarar que, tarde o temprano, todos los plásticos acaban por degradarse. La diferencia entre un plástico convencional y un biopolímero es que este último se descompone por la acción de microorganismos, es decir, bacterias, hongos o algas que se encuentran en la naturaleza, y bajo condiciones comunes que se dan en la biosfera. Entonces, el biopolímero se descompone en presencia de oxígeno para dar dióxido de carbono, agua y sales minerales, o dióxido de carbono, metano y sales minerales, en ausencia de oxígeno.
¿Y cuánto tarda en ello?
Dependerá del tipo de plástico y del espesor del mismo, pero podríamos decir que una bolsa de plástico biodegradable lanzada en un bosque podría tardar entre un mes y seis semanas en descomponerse.
-Son biodegradables y compostables.
-Reducen el consumo de energía.
-No requieren de una inversión significativa para el transformador (la productividad de las líneas es equivalente)
-Son ecológicos ya que se producen con recursos renovables y ofrecen la posibilidad de emplear residuos de la agricultura como materia prima
para su producción.
-Tienen aprobación para contacto con alimentos
-Son inherentemente antiestáticos
-Necesitan menos tratamiento antivaho y para la impresión
En la jornada, Itene afirmaba que los envases del futuro ya eran una realidad en el presente. ¿Podría ponernos algún ejemplo?
Sí, en la jornada participaron empresas como Innovia Films, que desarrolla un material biodegradable basado en celulosa virgen para hacer laminados que se comercializan en forma de, por ejemplo, las clásicas bolsas de ensalada, cajas de bombones...
¿Pero es esa la realidad hoy en nuestros supermercados?
No, por desgracia, no. En los supermercados españoles no encontramos prácticamente nada. En otros países de Europa te podría dar muchísimos ejemplos. Italia cuenta ya con una botella biodegradable para el envasado del agua mineral de San Benedetto. Está hecha con el PLA (ácido poliláctico) desarrollado por la compañía estadounidense Natureworks, también presente en nuestra jornada.
Pero al parecer este tipo de envase plantea algunos problemas.
Bueno, tiene un tiempo de vida útil en el supermercado de seis meses.
Poco...
Sí. Una de PET tiene 22 meses, casi dos años.
¿Y qué se puede hacer al respecto?
Precisamente, durante la jornada, presentamos algunas investigaciones que pretenden reforzar materiales biopoliméricos o materiales biodegradables ya comerciales como el Mater-Bi o el PLA, mediante el uso de nanorefuerzos. En concreto, se mostró un caso específico de la mejora de las propiedades térmicas y barreras de una botella de PLA mediante el uso de nanoarcillas modificadas aptas para el contacto con alimentos.
Y, por tanto, prolongan su vida útil, ¿no?
Todavía no sabemos con exactitud cuánto. Sí puedo decir que las nanoarcillas objeto de nuestro estudio mejoran un 35% las propiedades barrera del PLA, es decir, las propiedades de pérdida de peso de la botella por permeación del agua. También se ha reducido en un 40% la transmisión al vapor de agua, y más de un 40% en la transmisión de oxígeno.
Es pues un negocio viable y con futuro.
Sin duda. La producción mundial de bioplásticos en 2009 fue de 434.000 toneladas métricas, y se espera que alcance las 1.463.000 en 2013. Quiero apuntar también que muchos productos no necesitan un envase de polímero convencional de larga duración.
Pero hay cierta polémica por el hecho de emplear materiales que se usan también en la alimentación...
Sí. De hecho, Natureworks confirmó en la jornada que en 2012 inaugurará la primera planta de obtención de PLA a partir de residuos de celulosa.
Pero, hoy por hoy, el PLA no puede competir en precio con otros plásticos de origen petroquímico.
No, claro, todavía no. Por poner un ejemplo, un kilo de polietileno hoy cuesta 0,9 euros aproximadamente, mientras que uno de PLA está en torno a 3 euros. Esto frena un poco a los transformadores y al consumidor final, que de momento no parece estar dispuesto a pagar más por un envase sostenible, por lo menos aquí en España. Creo que es cuestión de tiempo y concienciación.
Ahora que cita a los transformadores, ¿puede un transformador español adaptarse a las exigencias de la producción con bioplásticos? O dicho de otra manera, ¿qué maquinaria y tecnología necesita el transformador para trabajar con este tipo de materiales?
Las adaptaciones de la tecnología de procesado para producir con estos materiales son mínimas y muy asequibles... claro que dependerá de la antigüedad de la máquina, pero no se trata de cantidades descabelladas.
Estos polímeros se pueden procesar por extrusión o por inyección, se pueden coextruir junto con otros materiales o crear multicapas a partir de ellos, pueden crearse botellas por inyección-soplado, barquetas termoformadas, bolsas selladas... La tecnología ya está creada y lista para adaptarse al transformador que quiera subirse al carro del futuro.
¿Y qué ocurrirá con el plástico de siempre?
Los envases del futuro
¿Cómo serán los envases del futuro? A esta pregunta trató de responder Itene en una jornada organizada el pasado 23 de septiembre en la sede del instituto, en Paterna (Valencia). “Fue un evento especial dedicado a las nuevas tecnologías y materiales obtenidos a partir de fuentes renovables para su aplicación en packaging, que reunió a las principales empresas mundiales de producción de biopolímeros, a expertos de universidades y a ponentes que trataron temas como la mejora de las propiedades nanomateriales”, explica Gallur. A la jornada asistieron más de una cincuentena de profesionales del sector del envase y el embalaje, principalmente de departamentos de I+D+i.