Cómo aumentar y mejorar la utilización de los Epi en el sector de la construcción
Las cifras de 2008 son pesimistas, a finales de marzo el sector de la construcción ya acumulaba más del 33 por ciento de los accidentes mortales totales del trimestre (74 sobre 224). Si a ello se añaden las cifras de abril y un mes de mayo que suma en sus últimos días y en un solo accidente cuatro fallecidos en Valencia, hay motivos para la alarma y el dolor.
Sin duda son muchas las causas que contribuyen a esta situación, pero como presidente de Asepal me voy a referir a las que afectan a la utilización de los equipos de protección individual. Para que estos equipos se usen de una manera adecuada es imprescindible que previamente se haya realizado una correcta evaluación de riesgos de los puestos de trabajo, una labor básica para la prevención y que en muchas ocasiones no se elabora con la debida precisión.
Dotar a los trabajadores de los equipos necesarios y proporcionales la formación y la información que precisan para poder usar eficazmente estos productos son otros factores imprescindibles para garantizar la seguridad de los trabajadores.
Pero cuando hablamos de un producto como los Epi, que cuando ya se han utilizado todas las medidas de seguridad colectivas son la única barrera que queda entre el cuerpo del trabajador y el riesgo a cubrir, resulta vital que reúna todos los requisitos de calidad. Estas garantías sólo las ofrecen los productos que cumplen con la normativa vigente, tanto la española como la europea. En materia de equipos de protección individual, la certificación es el único sinónimo de seguridad. Como sucede en el caso de los equipos que fabrican y distribuyen las empresas asociadas a Asepal. Creo que nunca insistiremos lo suficiente en esta idea, porque hay que tener en cuenta que cuando un trabajador usa un EPI de baja calidad se enfrenta a un doble riesgo: el que representa el propio trabajo que realiza, y el que se deriva de la falsa sensación de estar protegido. Por eso, cada vez se hace más necesario que la Administración establezca los mecanismos y controles necesarios para evitar que entren en el mercado productos que no estén certificados, y también que los usuarios exijan equipos que cumplan con la normativa.
El sector de la construcción es el más afectado por la siniestralidad laboral y también el que más mayoritariamente requiere la utilización de Epi. Se calcula que el 92 por ciento de los trabajadores del sector deben usar algún tipo de protección individual. En mi opinión es un dato que demuestra con bastante nitidez que todavía queda mucho por hacer. Está claro que los EPI no se utilizan todavía lo suficiente o se utilizan mal.
Asepal, la asociación que agrupa a más de 80 empresas fabricantes y distribuidoras de Epi, lleva ya casi 20 años trabajando para lograr estos objetivos. Gran parte de nuestro trabajo se dirige a concienciar a la sociedad para conseguir una mejora de la seguridad y la prevención. Y lo llevamos a cabo directamente con los empresarios y los trabajadores, proporcionándoles los instrumentos y la información necesarios. A ello hay que añadir las relaciones con la Administración, tanto para colaborar en la elaboración de normativa como para reclamar un compromiso con los retos del sector.
Para subsanar estas carencias es necesario que cada uno de los agentes implicados asuma sus responsabilidades: los fabricantes y distribuidores de los equipos de protección individual tienen que poner en el mercado productos cada vez mejores, más seguros, cómodos y fáciles de usar. Los empresarios deben implantar las medidas de protección necesarias y poner a disposición de sus empleados los equipos y la información adecuados, los trabajadores, exigir y usar los equipos, y la Administración incrementar las inspecciones en los puestos de trabajo y las encaminadas a evitar que entren en el mercado productos sin certificar.
Como he dicho ya, cuando se trata de seguridad laboral no hay que ser complacientes y menos que nadie quienes trabajamos en este ámbito. Sería muy importante dotarnos de más medios económicos y humanos para prevenir los riesgos y también que hubiera una mayor coordinación entre los distintos actores del sector, entre las distintas administraciones, lo que podría conseguirse con la creación de una Agencia de Seguridad y Salud Laboral en nuestro país, un organismo que coordinase los esfuerzos de todos para lograr mayor eficacia.