En busca del paradigma de los edificios pasivos positivos

Luis Martínez, el promotor de Pasiva Positiva, no es un profesional al uso. Como politólogo y profesor universitario así como sus convicciones, consultoría profesional y manera de ver la edificación, le llevaron a Robledo de Buey (Toledo), a menos de dos horas de Madrid, en las estribaciones del Parque Nacional de Cabañeros buscando hacer algo diferente. Plantear de otro modo la relación mundo urbano/rural.

“¿Y, esto, cómo se consigue?”, dicen los vecinos del pueblo cuando entran a la casa y perciben una sensación que no se explica y que, por eso, hay que vivirla. También los profesionales que la visitan, ¿cómo un cuerpo humano puede estar en el óptimo de su eficiencia energética en su normal actividad?, ¡con todo lo que eso significa y que da que pensar para su propio negocio! Luis nos invita a consultar a Olgyay o Givoni y cómo se preguntaron esto ya en los 50’s y 60’s del siglo pasado, más allá de la cuestión técnica, en lo que hoy son clásicos de la edificación bioclimática y su habitación.

Luís Martínez, promotor de Pasiva Positiva, delante de la casa.

Esto es lo que busca Pasiva Positiva, ser una experiencia diferente para esta década. Con formato de Casa Taller Laboratorio, donde el Edificio de Energía Casi Nula no es más que el punto de partida, cuando ni siquiera hemos llegado a él en la edificación en general. Partiendo de su propio autoabastecimiento y almacenamiento de energía y, gracias a su radical reducción de la demanda energética (7Kw/m2a), puede auto-abastecer y aportar energía para la movilidad eléctrica y la iluminación de la ciudad. Aquí se entienden muy bien algunos de los desafíos de la edificación y quien la habita. Especialmente el usuario, que cambia sus propios hábitos de uso de la energía, de cuando cocinar, lavar o recargar el vehículo. Los conceptos a debate surgen de modo natural porque la casa nos los plantea en una realidad material ya dada y vivible: escasez vs. límite del recurso energético; impacto en la economía y en los profesionales de la edificación; relaciones hasta ahora no del todo evidentes entre habitante y ciudad. Y su dimensión política, ¿gobiernos que necesitan los impuestos de la luz, el gas, los carburantes para los presupuestos?; libertad del usuario, evolución de la industria, los diseñadores, las ingenierías, etc. Los edificios y cómo satisfacen necesidades vitales básicas.

Luis Martínez mostrando la placa de la Casa Taller Laboratorio.

En una de las entradas del blog de la casa, Luis escribió: “Pasiva Positiva está en una entidad menor –una pedanía-. No hay nada o casi nada en Robledo del Buey. No hay hospitales o centros de salud, ayuntamiento, guardia civil, autobús de línea, juzgados o colegios. No hay tiendas, supermercado, gasolinera u ocio comercial. Hay vecinos, menos de cien censados, y lo que sean capaces de hacer cada día. Es un buen comienzo para una edificación como Pasiva Positiva.”

Llegamos a un conjunto de ´4 casas´. La primera edificación es anterior a 1850 -nadie recuerda su año exacto-, solo que los abuelos de los abuelos de los de ahora la construyeron con sus propias manos. Con materiales que –hoy- diríamos de proximidad y que –antes- eran de necesidad. Se denomina ´Casa del habitar´ y muestra, también, el mapa más antiguo que se conoce de la trama urbana de Robledo del Buey en 1882. La casa ya estaba ahí cuando el mapa: piedras, adobe, roble, jara y teja.

Casa del Bahitar.

Se continúa con un pequeño juego. Un espacio para la Casa Código Técnico de la Edificación. Carpintería, construcción y ambiente habituales de millones de viviendas para millones de personas. Que en este día de verano castellano ya nos avisa del rigor del calor matutino (34 grados)…y de la energía que habrá que consumir para enfriarla. El cambio realmente se percibe según se entra en Pasiva Positiva. A diferencia de una casa ´normal', la casa pasiva nos recibe con una percepción ambiental de paz única. Luis me comenta que no ha ventilado naturalmente por la noche –cosa que habría que haber hecho para comenzar el día con 20 o 21 grados- y la casa se encuentra a 25 grados, humedad relativa del 45%, y menos de 500 ppm (partes por millón) de CO₂, a las 10.30h. Es esta sensación de confort, mezcla de percepciones en la piel, de la uniformidad y luminosidad que perciben nuestros ojos y el silencio, lo que la hace especial.

La casa nos plantea una realidad material ya dada y vivible: escasez vs. límite del recurso energético; impacto en la economía y en los profesionales de la edificación; relaciones hasta ahora no del todo evidentes entre habitante y ciudad.

Estas sensaciones son las que va buscando el promotor que el usuario perciba. La parte de laboratorio comienza aquí, con dos tipos de cubierta seca, una ventilada y otra no. Dos tipos de termoarcilla –rectificada y con mortero- o de acristalamiento según fachada. La diferencia de temperatura, por ejemplo, de una cubierta a otra; de reducción de puente térmico en los materiales; de la composición de nuestro acristalamiento y la exigencia a las carpinterías, visto que las ventanas con el punto más crítico para el funcionamiento de nuestra casa pasiva. “Lo que en el siglo XX se llamaban ventanas”, apunta Luis. En un primer paso, se trata de que el usuario compare perceptivamente su casa actual y Pasiva Positiva y cómo puede mejorar su casa si la reforma o rehabilita, o si piensa adquirir una nueva. Cómo no es inalcanzable en coste y es posible exigírselo a los profesionales de la edificación. “Trae cuenta hacer las cosas de otra manera”, nos comenta Luis Martínez. Creemos que percibir o sentir frio, calor, confort o malestar en nuestra casa tiene poco que ver con comprender lo que sucede en ella, pero, realmente, no hay una cosa sin la otra.

Detalle de los cerramientos y el muro de la casa.

Aunque cuando estás en su interior nada lo hace pensar, la casa está 'sin acabar´ por dentro. Es otra de las sorpresas, que está ´en carne viva´. No hay mejor modo que tocar con los dedos un asunto técnicamente relevante: como, un edificio, siendo hermético y estanco, sin embargo, respira. Podemos tocar los tres tipos de materiales más habituales –y muy desconocidos todavía- con los que conseguimos este confort anti-humedad. Uno es nuevo y técnicamente sofisticado –las láminas-; otro, útil y habitual –el tablero de OSB estanco-; y, el tercero, el enlucido de toda la vida, pero con los requerimientos nuevos que le pedimos para que cumpla su misión. En el exterior, un control solar patrón nos pone delante de los ojos, sin necesidad de explicación alguna, la diferencia visual y térmica de que el sol entre o no en nuestra casa. Luis dice que “en nuestro clima, parece que más en el futuro, casi el mayor reto durante muchos meses del año es que el calor no entre en casa, sin sacrificar la luz, con temperatura interior adecuada y que la factura de la energía nos respete el bolsillo”, casi nada.

Para la casa han sido fundamentales las soluciones de fabricantes como, por ejemplo, los muros de termoarcilla auto-portante y cubiertas de Hispalyt o las carpinterías Rehau de PVC (Uw 0,70W/m2K) con acristalamiento triple de Guardian con láminas de seguridad y anti-ruido y gas argón en cámaras. O las tres instalaciones: ventilación -uno de los elementos básicos de una casa pasiva, aportado por la Zehnder Q450. Climatización para el aporte de frío y calor en determinadas semanas del año -aportado por Therma V de LG-. Y generación, campo solar, inversores y baterías de Orduña Distribuciones instalado por Teuvento.

Cuenta con un SATE de 24 cms. que aíslan la casa y un forjado de hormigón de 24cm + una capa de XPS de igual grosor debajo. La viga maestra de la casa es de madera y soporta una cubierta ventilada de teja sobre la que apoyan los paneles solares y en la que debajo hay una cámara de aire, una lámina protectora y el aislamiento de 24 cms. Todos los puntos de encuentro están sellados para evitar las infiltraciones de aire. La casa, constructivamente, es voluntariamente sencilla, simple. Hace uso de muchas de las soluciones más habituales que en las casas pasivas ya se están aplicando –sean de obra húmeda o prefabricada-.

Fachada principal de Pasiva Positiva.

Opera en un rango de temperaturas de confort entre 20 y 25 grados. Temperaturas entre las que la casa oscilará, siempre de modo lento, sin cambios bruscos -de hecho, estamos ya a 24 grados en el interior, tres horas después-. No son espacios que podemos calentar o enfriar “de golpe”, lo que ya indica otro cambio de comportamiento del usuario, acostumbrado a que su casa pueda tener una diferencia de temperatura muy grande en invierno o verano. Lo que le obliga a intervenir –y gastar- continuamente en su casa para que esta le proporcione un mínimo de confort. Este es otro de los paradigmas históricos que cada vez nos será más difícil aceptar, esto es, que para que mi casa me de confort, antes, tengo yo que dárselo a ella –interviniendo en su control, gastando, apagando o encendiendo radiadores, una habitación más fría que otra, etc.-. Esto es lo que suena raro en los ECCN-pasivos, porque es, justo, al revés. Incluida aquí la lucha contra la pobreza energética.

En definitiva, Pasiva Positiva es una denominación conceptual, material, económica y social del edificio que Martínez cree que nos indica un camino para esta década, hasta llegar a la Agenda 2030. Pone a la mano un caso de economía circular, análisis de ciclo de vida o mitigación de emisiones de GEI. Y siempre desde el punto de vista del usuario que, como finalmente nos dice Luis, suele ser el último de la fila en el negocio de la edificación, aun cuando no nos cansemos de decir que trabajamos para él.