Valorización energética: de residuo a recurso

No cabe duda de que la industria del cemento es una de las principales consumidoras de energía y también la responsable de gran cantidad de emisiones nocivas a la atmósfera. El simple proceso de fabricación de este producto requiere de mucha electricidad e ingentes cantidades de combustible para calentar sus hornos de clínker. Pero si de eso no cabe duda, lo que quizá no se conocen tanto son las constantes iniciativas de este sector para paliar, de alguna manera, las consecuencias de su alta exigencia energética.

Centrándonos en España, encontramos una de las industrias más eficientes energéticamente hablando: el sector cementero español es un 4% más eficiente que la media europea y el tercero más eficiente del mundo. Sin embargo, estas cifras tan halagüeñas no se repiten en los porcentajes de uso de combustibles alternativos a los fósiles obtenidos de la valorización energética de residuos.

Principales ventajas de la valorización

Las ventajas medioambientales de la valorización energética son:

• Reduce el vertido de residuos urbanos e industriales y los impactos que supone.
• Es un tratamiento ecológico y seguro de los residuos, aprovechando al máximo su energía y minerales, sin generar impactos añadidos sobre el entorno.
• Se ahorran combustibles fósiles no renovables (carbón y derivados del petróleo).
• Se disminuyen las emisiones globales, en particular las de CO₂ (uno de los gases responsables del efecto invernadero) al sustituir combustibles fósiles por materiales que hubieran sido incinerados o fermentados en vertederos, con sus correspondientes emisiones.

Asimismo, las ventajas económicas de la valorización energética son:

• Ayuda a las industrias en el cumplimiento de la legislación sobre gestión de residuos, en la que se establece como prioridad la valorización frente a la eliminación.
• Evita la implantación de nuevas instalaciones de tratamiento que supondrían más emisiones y más costes.

La valorización energética de residuos en el horno de cemento es una operación segura, limpia y eficiente que se inició hace ya varias décadas y se viene desarrollando con éxito en la mayoría de los países de la Unión Europea. A pesar de esto, según los últimos datos recopilados, mientras que en España sólo en torno al 6% de los combustibles utilizados por la industria del cemento proceden de residuos, en el conjunto de la UE esta cifra se eleva hasta el 18%, y llega en algunos países a porcentajes muy superiores, como Alemania, a un 50%, u Holanda, donde se ha llegado al 83%.

Así, aunque en temas de eficiencia energética a la industria productora de cemento española le queda menos camino para avanzar, todavía la valorización de los residuos ofrece un importante margen de progreso.

El estudio ‘Reciclado y Valorización de residuos en la industria cementera en España’ del Institut Cerdà constata que el uso de residuos como combustibles alternativos en plantas de cemento reduce la utilización de combustibles fósiles, así como el vertido de los residuos utilizados.

La presentación del trabajo del Institut Cerdà fue también una buena ocasión para debatir sobre el tema de la valorización desde todos los puntos de vista: trabajadores y empresarios del cemento, agrupados bajo la Fundación Cema; y la Administración, con el director de la Oficina del Cambio Climático de la Generalitat de Catalunya, Josep Garriga. La celebración del evento en el Col·legi de Periodistes de Catalunya y la colaboración de la Associació Catalana de Comunicació Científica no eran hechos casuales. Como remarcó Dimas Vallina, director gerente de la Fundación Cema, “uno de los principales objetivos de nuestra fundación es incrementar los flujos de información hacia las partes interesadas: administración autonómica, estatal, local, vecinos del entorno de las plantas y comunidad científica”. El valor de la información fue también destacado por Vicente Sánchez Jiménez, secretario de Estudios Sectoriales y Formación Sindical de Fecoma-CC.OO. y vicepresidente de la Fundación. Sánchez destacó que uno de los principales motivos que impulsan a la elaboración de estos estudios es “abrir el debate, llegar a la sociedad, no sólo a los trabajadores o a las empresas sino al conjunto de sectores afectados como la ciudadanía, partidos políticos, y ahí podamos hallar caminos para conseguir que nuestras industrias sean más limpias”. Vicente Sánchez recordó también la actual coyuntura económica que tan gravemente afecta al sector y las puertas que deben abrirse en tales circunstancias: “En los periodos de crisis la imaginación y la participación de todos los agentes nos permitirá mantener los empleos y hacer que nuestras industrias sean más competitivas y menos dependientes energéticamente”.

Por su parte, el director general de Oficemen y secretario general de la Fundación Cema, Aniceto Zaragoza, remarcó la importancia del cemento para el desarrollo de la sociedad y el privilegio que tiene el sector porque “hacer un cemento más sostenible es posible”, destacando la doble línea de reciclado y valorización. En este punto Zaragoza recordó que el sector del cemento es de los “más recicladores de España, si no el más reciclador”, ya que esta industria usa más de 6 toneladas de residuos y subproductos de otras industrias que exigen menos necesidades de recursos. En cambio, la cifra no es equiparable en el caso de la valorización: “Nuestro país valoriza poquísimo en el sector cementero, y poquísimo significa que nos estamos ahorrando las emisiones de 100.000 vehículos por año, pero es que podemos ahorrarnos las equivalentes a 1 millón de vehículos. Este es uno de los retos más importantes que debe afrontar nuestro sector, pero no es un reto sólo nuestro, sino de toda nuestra sociedad”.

El estudio encargado al Institut Cerdà por la Fundación Cema es el análisis profundo y de forma comparativa “del contexto actual y el nivel de implantación del reciclaje y la valorización energética y material de residuos en fábricas de cemento”, según reza el mismo. Según el consejero técnico del Institut Cerdà y encargado de presentar este informe, Pere Torres Grau, el método de trabajo se ha basado en dos premisas esenciales: han querido “hacer aflorar datos, no intuiciones o consideraciones generales, sino datos que pudieran aportar conclusiones a posteriori”, siempre manteniendo la neutralidad, sin entrar en consideraciones ni opiniones.

A partir de ahí, el estudio hace un exhaustivo análisis tanto del marco normativo como de las tecnologías disponibles y los datos reales de uso de estos combustibles alternativos. Como remarcó Torres, las fuentes de información fueron tanto el “marco normativo, a través de las autorizaciones medioambientales aplicadas, caso por caso y si había o no barreras administrativas de procedimiento para desarrollar esta actividad; y dadas estas autorizaciones, cuál era la realidad práctica de aprovechamiento de las posibilidades dadas por las autorizaciones”.

Pere Torres explicó también las principales conclusiones a las que llega el estudio. El vertido es la opción mayoritaria para los residuos urbanos, un 68% en 2006, frente al 10% del reciclado, el 9% de la incineración y el 13% del tratamiento biológico.

En relación a la reducción de emisiones, la evolución positiva de la valorización energética tiene una clara repercusión en el ahorro de emisiones de CO₂. En concreto, y según datos del propio estudio, se ha pasado de ahorrar alrededor de 65.000 toneladas en el año 2004 a ahorrar cerca de 280.000 toneladas en 2006. Según Pere Torres, este ahorro de emisiones “puede aumentar muy considerablemente en el futuro en la medida que los porcentajes de valorización son muy bajos en relación a otros países comunitarios y ofrece enormes posibilidades de cara al cambio climático”.

Pese a la tendencia al crecimiento, los datos del estudio reflejan un enorme potencial de incremento de la valorización energética hasta llegar a los porcentajes de otros países europeos. Cabe considerar la existencia de Comunidades Autónomas con mayores posibilidades que otras para incrementar su utilización. Por ejemplo en Cataluña, Comunidad con la mayor capacidad de producción de cemento instalada pero con una aportación menor a su peso respecto a cantidades totales valorizadas energéticamente y a las emisiones de CO₂ evitadas asociadas; o también la Comunidad de Madrid, que tiene una gran generación de residuos y dispone de la fábrica de mayor tamaño de España.

Por esta razón, el estudio concluye considerando “necesario el impulso del reciclaje y la valorización energética de residuos en las instalaciones de producción de cemento, así como la consideración de las mismas en la planificación relativa a los residuos y a la mitigación del cambio climático”.

Las dos valorizaciones

El estudio distingue dos tipos de valorización: la material y la energética.

En la valorización material, se consideran materias primas alternativas tanto los residuos que sustituyen al crudo dentro del horno como las que se emplean para moler junto con el clínker como un componente más del cemento, como por ejemplo las cenizas volantes o las escorias de los altos hornos.

Por su parte, la valoración energética es la utilización de residuos como combustibles alternativos. El estudio del Institut Cerdà distingue 76 tipos de residuos susceptibles de ser autorizados energéticamente, aunque los que cuentan con mayor número de autorizaciones son los neumáticos y residuos de origen animal, como las harinas cárnicas.

Directiva 2008/98/CE

La nueva Directiva 2008/98/CE del Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión Europea sobre residuos define la valorización como “cualquier operación cuyo resultado principal sea que el residuo sirva a una finalidad útil al sustituir a otros materiales que de otro modo se habrían utilizado para cumplir una función particular, o que el residuo sea preparado para cumplir esa función, en la instalación o en la economía en general”. La misma ley sitúa esta modalidad en la jerarquía de residuos en su Artículo 4, en la que se establece un orden de prioridades en la legislación y la política sobre la prevención y gestión de residuos: a) prevención; b) preparación para la reutilización; c) reciclado; d) otro tipo de valorización, por ejemplo, la valorización energética; e) eliminación.

La directora general de calidad ambiental de la Generalitat de Catalunya, Maria Comellas, presentó tanto en el I Congreso Nacional de la Fundación Cema (Madrid, octubre de 2008), como en las Ecossesions celebradas en el marco del salón Ecocity (Barcelona, mayo de 2009), la experiencia catalana en la valoración de lodos secos de depuradora en instalaciones de fabricación de cemento.

Hasta hace poco, la única solución para los lodos de depuradora era tirarlos en un vertedero o utilizarlos como abono en la agricultura. Sin embargo, de un tiempo a esta parte se están utilizando como combustible y materia prima alternativos en el proceso de fabricación de clínker. Cabe precisar que existe un excedente de lodos y, por lo tanto, es necesario estudiar formas alternativas de procesamiento de este tipo de residuo. Holanda y España son dos ejemplos de países donde la industria del cemento proporciona soluciones para estos lodos de depuradora. Por ejemplo, y como recoge el estudio 'Producción sostenible de cemento. La recuperación de residuos como combustibles y materias primas alternativas en la industria del cemento', promovido por Cembureau, Oficemen, la Fundación Cema y Sustainable Energy Europe, desde marzo de 2000, la planta de cemento de Enci, ubicada en Maastrich, ha estado trabajando, junto con la planta de depuración de Limburg, recibiendo lodos de las plantas de tratamiento de aguas residuales. Actualmente, aproximadamente 80.000 toneladas de lodos secos de depuradora se procesan anualmente en el horno de esta planta.

A pesar de existir experiencias previas en el uso de los lodos secos de depuradoras de aguas residuales urbanas como combustibles alternativos, se decidió realizar pruebas específicas adicionales a escala real en dos fábricas para analizar su comportamiento medioambiental: las plantas de Cemex en Sant Feliu de Llobregat y Uniland en Vallcarca (Sitges), ambas en la provincia de Barcelona. Las pruebas incluyeron la realización de análisis con diferentes porcentajes de sustitución del combustible convencional (coque de petróleo) por los lodos secos de depuradoras urbanas. Los análisis se realizaron en centros de investigación independientes.

La realización de las pruebas estuvo consensuada por el Departamento de Medio Ambiente y Vivienda de la Generalitat de Catalunya, el sector del cemento catalán, el Ayuntamiento de Sant Feliu de Llobregat, el Ayuntamiento de Sitges y los sindicatos mayoritarios (UGT y CC OO) que hicieron un seguimiento de las medidas a través de una comisión específica. A la Comisión de Seguimiento se incorporaron representantes de organizaciones sociales y ecologistas. Las pruebas se iniciaron como una sustitución energética del 5% del combustible por lodos de depuradora y se incrementó el porcentaje un 5% aproximadamente cada mes, hasta alcanzar un porcentaje máximo de sustitución del 25%. Las pruebas finalizaron el 31 de diciembre de 2005.

Respecto a la emisión de gases de efecto invernadero, el balance ambiental fue muy positivo. En las conclusiones del estudio no se detectó una variación significativa entre las emisiones contaminantes cuando se utiliza coque de petróleo o se sustituye este combustible parcialmente por lodos secos de depuradora urbana.

Cabe destacar que hasta el año 2005 no se aplicó la valorización energética en ninguna planta cementera catalana, básicamente porque la sociedad catalana se ha mostrado reticente al uso de residuos como combustibles alternativos. “En Cataluña, ni las administraciones públicas ni los sectores industriales han sido capaces de comunicar y poder dar confianza a la población sobre la inocuidad de esta práctica”, según Comellas. Sólo hay dos instalaciones autorizadas para valorizar energéticamente residuos, y lo están para compuestos muy determinados (podas vegetales y lodos secos de depuradora urbana). El uso de residuos procedentes de podas vegetales y forestales no comportan una respuesta negativa del entorno. El resto de posibles productos a valorizar (harinas cárnicas, lodos de depuradoras, etc.) despierta inquietud y preocupación por la posibilidad de un riesgo para la salud. Por ello, Maria Comellas destacó que “la voluntad de la Administración es mejorar los canales de intercambio de información y facilitarla, de forma que sea comprensible para los ciudadanos y dé respuesta a sus inquietudes”. El año 2008 fue el primer año de uso de lodos de depuradora en Uniland Vallcarca y los resultados fueron satisfactorios: 14.318 toneladas de lodo seco fueron valorizadas en esta planta. En estos momentos se están realizando pruebas de valorización de fracción resto en Uniland Vallcarca y en Cemex Alcanar.

Fundación Cema

La Fundación laboral de ámbito estatal del Cemento y el Medio Ambiente (Fundación Cema) surge de acuerdo con lo establecido en el acuerdo sectorial para la valorización energética, firmado por la Agrupación de Fabricantes de Cemento de España (Oficemen), Metal, Construcción y Afines, Federación Estatal de la UGT (MCA-UGT) y la Federación Estatal de Construcción, Madera y Afines de CC.OO. (Fecoma-CC.OO.). Entre sus fines se encuentra dar a conocer a la sociedad española las actuaciones de mejora que en el ámbito de la salud laboral realice la industria cementera, incluyendo su repercusión ambiental y energética, así como los proyectos de sustitución de combustibles que realice; el fomento de la investigación, desarrollo y promoción sobre la evolución del sector cementero en materia de valorización de residuos y medio ambiente y perspectivas de desarrollo.

Siguiendo estos objetivos, la Fundación ha promovido varios estudios sobre valorización energética, como los realizados por el Institut Cerdà o Alonso & Asociados (‘Valorización de residuos en la industria cementera europea: estudio comparado’). Igualmente, organizó el pasado octubre su I Congreso Nacional, donde se debatió sobre la eficiencia energética de las instalaciones basada en las mejores técnicas disponibles, el compromiso de gestión ambiental de las plantas y los proyectos de I+D+i. De igual forma, se analizó el potencial de la industria cementera como herramienta complementaria para la gestión de residuos.

Varias explicaciones convergen. Una de ellas: la falta de concienciación del propio sector y la sociedad en su conjunto. Por esta razón, la Fundación Cema tiene el afán de realizar estos estudios y sacarlos a la luz pública, cosa que fue aplaudida por la mayoría de los ponentes asistentes a la presentación. De ahí que, Josep Garriga, director de la Oficina del Cambio Climático de la Generalitat de Catalunya, reclamara información completa, veraz y transparente a fin de disipar la desconfianza que provoca esta práctica, muchas veces consecuencia del desconocimiento.

Asimismo, en el propio estudio del Institut Cerdà se indica que no todas las plantas que cuentan con autorizaciones para el uso de residuos los están valorizando. Esto se debe a varios motivos como el plazo de adaptación de las instalaciones o bien motivos logísticos respecto de los residuos autorizados, como por ejemplo que sus poseedores los estén destinando a otras alternativas de gestión. En este punto entra en juego la Administración y en general la gestión que se hace en España de los residuos y hasta qué punto están disponibles para ser valorizados. Como comentó en una breve intervención, Pedro Mora, director técnico de Oficemen, generalmente el precio del vertido es lo que da opciones a las tecnologías de reciclado o valorización y recuperación en general. Esto es un negocio y la finalidad, ganar dinero. ¿Las cementeras están dispuestas a asumir los costes que supondrá apostar por la valorización (sin compensación)?

Pero no todo es desalentador. Algunas Administraciones Autónomas sí han apostado por dificultar el vertido de determinados residuos y por recuperar el recurso energético.

En este sentido, Josep Garriga afirmó que la Administración debe ser muy rigurosa en el control de su uso aunque también debe facilitar que la industria del cemento pueda utilizar estos combustibles alternativos y así ponerse al nivel de países europeos como Holanda o Dinamarca, mucho más avanzados en temas medioambientales. Según el director de la Oficina del Cambio Climático, la sociedad debe decidir que, bajo controles rigurosos, se debe hacer la valorización.

Existen pues varias barreras: económicas, administrativas, sociales... unas más salvables que otras. A pesar de las dificultades, iniciativas como las de la Fundación Cema, aportando datos objetivos sobre esta práctica y con ello fomentando el diálogo entre las partes implicadas, son sin duda un granito de arena hacia un sector cementero más limpio, menos dependiente del petróleo y más sostenible.