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El interés por el tema se acrecienta al mismo tiempo que aumenta la profesionalización en el sector

Seguridad en el uso de maquinaria forestal y espacios verdes

Ignacio Ruiz Abad, secretario general de Ansemat20/03/2009

20 de marzo de 2009

Coincidiendo con la última edición de Saver, desde la Asociación Nacional de Maquinaria Agropecuaria, Forestal y Espacios Verdes (Ansemat), se quiso prestar una especial atención al tema de la seguridad. En las siguientes líneas se desgranan los aspectos más importantes referidos a la seguridad, garantías y uso adecuado de maquinaria destinada a trabajos forestales, de jardinería y otras áreas verdes.

Tipología del usuario

Cuando hablamos de mecanización del medio agrícola hay muchas veces que dejamos de lado un amplio sector de la mecanización al que podríamos identificar dentro del medio rural e incluso del medio urbano y periurbano. Estamos hablando de la mecanización de los trabajos forestales: bosques y masas forestales, jardinería, espacios verdes, municipalidades, etc.

En este sentido sería interesante destacar el creciente aumento de este sector, tanto en el ámbito profesional como también, y de una manera muy interesante, del segmento del hobby. ¿Por qué diferenciamos a profesionales y otros usuarios? La razón es sencilla. Desde un punto de vista de utilización existen máquinas y productos destinados a usuarios profesionales cuyo tamaño, prestaciones y potencia no se ajusta a pequeños trabajos de jardines familiares.

Por otro lado tenemos a usuarios esporádicos, que podríamos denominar “de fin de semana”, cuya demanda se basa, sobre todo, en la relación sencillez-precio, quizá dejando a un lado calidad o incluso utilidad. En este caso también pueden influir mucho las “modas” o los consejos e imitación de otros usuarios cercanos.

Se ha de diferenciar cuando se habla de seguridad para profesionales o de seguridad para aficionados
Se ha de diferenciar cuando se habla de seguridad para profesionales o de seguridad para aficionados.

Seguridad en el uso de maquinaria forestal, de jardinería y otros espacios verdes

Muchas veces, más de las que creemos, tenemos en nuestras manos máquinas capaces de cortar, rebanar, astillar, picar o triturar trozos de madera o grandes troncos. Pero no solo pensemos en motosierras, desbrozadoras, picadoras o trituradoras, los elementos de corte de un cortacésped van unidos a motores con altísimas potencias o incluso el uso de productos fitosanitarios sin un control adecuado pueden derivar en problemas para el usuario.

El uso inadecuado, sin la formación valida o, como ocurre en la mayoría de la ocasiones, sin tan siquiera haber leído el manual de instrucciones deriva en problemas de seguridad en el trabajo. Para la máquina es lo mismo ser utilizada por un motoserrista profesional con años de experiencia que por un padre de familia en el jardín de su casa. La motosierra corta lo que pongas al alcance de su espada.

¿Qué podemos hacer para reducir riesgos? Desde el punto de vista del usuario profesional, debemos tener en cuenta que este debe encontrarse cualificado para el uso de esa máquina, y no solamente esto, sino que debe conocer a fondo el uso de la misma.

La máquina debe realizar el trabajo para el que ha sido destinada de acuerdo a las especificaciones del fabricante

La experiencia es un grado pero no para conocer cómo funciona cualquier máquina, incluso sin haberse reciclado con el tiempo. Además debe tener en cuenta que la máquina debe realizar el trabajo para el que ha sido destinada de acuerdo a las especificaciones del fabricante, contando además con todos los elementos de seguridad y resguardos que vienen de serie en la máquina. Si quitamos algunos ya estamos cometiendo un error quizá por exceso de confianza. Para el usuario de hobby o no profesional lo que destacaríamos sería el uso de la herramienta más importante: el sentido común. El exceso de confianza, también en este caso, hace que el usuario, habitualmente con una reducida experiencia, no tenga en cuenta su propia seguridad ni la de aquellos que se encuentran a su alrededor. Es habitual realizar tareas con maquinaria destinada a estos menesteres sin la vestimenta o calzados adecuados (incluso con ausencia de ellos), o contando con la presencia en la zona de trabajo de otras personas, incluso niños.

¿De quién es responsabilidad la seguridad?

La seguridad podríamos enmarcarla en un doble principio, por un lado el diseño adecuado de la maquinaria y por otro lado el uso adecuado y responsable de la misma. Se trata de un tema que afecta por igual a fabricantes y usuarios. Sin embargo se trata de hecho con fronteras difíciles de definir porque no solemos entender hasta donde llega la responsabilidad de cada uno. Por parte de los fabricantes el usuario tiene una gran responsabilidad en la seguridad y por parte del usuario, son los fabricantes (a los que se les suele exigir toda la responsabilidad en caso de accidente), los que deben tener todo el cuidado. En este doble punto de vista desde el que se observa el tema de la seguridad, los fabricantes, trabajan, desde la fase del diseño, teniendo en cuenta complejas, amplias y difíciles regulaciones que deben cumplir hasta llegar a la comercialización de sus productos.

Los fabricantes deben cumplir con una doble regulación dependiendo del tipo de maquinaria que comercialicen, ya sea esta portátil o sea considerada como vehículo. En el primero de los casos observan desde la fase de diseño la legislación de seguridad e higiene laboral. En el segundo caso, las máquinas consideradas como vehículos, también habrían de tomar en cuenta la legislación vial teniendo en cuanta los riesgos que comporta el tránsito de ese tipo de vehículos por la vía pública. En definitiva, si el usuario no cumple con su papel, difícilmente se puede conseguir las cotas máximas de seguridad en el uso de este tipo de maquinaria.

Los fabricantes deben cumplir con una doble regulación dependiendo del tipo de maquinaria que comercialicen...
Los fabricantes deben cumplir con una doble regulación dependiendo del tipo de maquinaria que comercialicen, ya sea esta portátil o sea considerada como vehículo. Foto: Steve Woods.

Un trabajo que persigue máquinas seguras

¿Qué pasos o tareas hacen que mi producto sea seguro? Como ya adelantábamos, lo fabricantes deben cumplir con una extensa legislación donde a menudo pueden llegar a confundirse algunos términos como homologación y certificación. Si hablamos de homologación se refiere esencialmente a vehículos y el trámite busca que un organismo homologador, un laboratorio especializado, determine que ese vehículo posee los requisitos exigidos por las diversas legislaciones para desarrollar el trabajo para el que está destinado, cumpliendo esencialmente con la legislación vial.

El laboratorio u organismo homologador es el que a partir de ese momento posee la responsabilidad sobre las características del vehículo, al haber aprobado las especificaciones presentadas de la máquina para la que expide la homologación. El fabricante trabaja para el cumplimiento de la legislación vigente y el homologador aprueba ese diseño. Dentro de esta homologación podríamos distinguir dos posibilidades, por un lado la homologación europea, CE, necesaria para tractores de jardinería, vehículos multiuso o cargadores. El resto de máquinas destinadas a este tipo de trabajos de jardinería y áreas verdes pueden disponer de una homologación nacional, con la circunstancia de que solo podrán comercializarse en el país donde han sido homologadas.

Los fabricantes en base a su conocimiento sobre la capacidad y mantenimiento de la máquina pueden llegar a la autocertificación

Esta homologación nacional depende de los laboratorios nacionales, que además debe contar con la aprobación del Ministerio de Industria que homologa la máquina, eximiendo de responsabilidad al fabricante. Esta aprobación exige una certificación periódica sobre el mantenimiento y estado de utilización de la máquina, realizada por medio de laboratorios específicos, como las estaciones ITV. Como adelantábamos existen otros medios para llegar a la determinación de la competencia de seguridad de una máquina, en este caso en lo referido a la seguridad laboral. Los fabricantes en base a su conocimiento sobre la capacidad y mantenimiento de la máquina pueden llegar a la autocertificación. Este instrumento permite que sean los propios fabricantes los que certifiquen esa máquina es segura, siempre que se destine a los usos que el propio fabricante ha especificado en el manual de instrucciones.

Esta capacidad de certificación se basa en el trabajo de prevención intrínseca que se lleva a cabo desde la fase de diseño que trata de evitar los riesgos que puedan derivarse del uso normal o para el que está destinada la máquina. Para ello se diseñan medidas de protección, faldones, protecciones, etc., que se añadirían a la observancia de los ensayos de seguridad que realizan organismos especializados en el ámbito de la normalización.

Legislación y normalización

¿Qué tipo de legislación recoge los pormenores que deben cumplir los fabricantes a la hora de diseñar y comercializar su maquinaria?. Existen varias normas, algunas generales y otras específicas. Entre las normas generales tenemos la “Directiva máquinas”, en el ámbito de la legislación laboral de seguridad e higiene en el trabajo, que presenta el elenco de riesgos que han de evitar los fabricantes desde la fase de diseño. Para ello se proveen de los resguardos y protecciones adecuados sobre los mecanismos, el motor o piezas móviles que posea la máquina. En el ámbito específico de la maquinaria forestal y de jardinería las máquinas que presentan más dificultad en este sentido son las destinadas a su uso con madera, corte, astilladoras o trituradoras. Desde el punto de vista del diseño los trabajos más difíciles para adecuar la seguridad de la maquinaria tienen que ver con la reducción del ruido y la vibración. Este tipo de riesgos asociados al uso de maquinaria, sobre todo portátil, se encuentran específicamente legislados e impiden el uso continuado de este tipo de máquinas durante largos periodos de tiempo, en el caso de trabajadores manuales.

La normalización sería la herramienta de la que dispone el fabricante para aplicar la legislación vigente en cada caso particular

A parte de la normativa general también se han de tomar en cuenta otra serie de normas que reúnen las especificaciones y requisitos necesarios en cada tipo de máquina. La normalización sería la herramienta de la que dispone el fabricante para aplicar la legislación vigente en cada caso particular. En la actualidad existen dos organismos fundamentales en el ámbito de la normalización. Por un lado el Organismo Internacional de Normalización, ISO, y por otro el Comité Europeo de Normalización, CEN. Para evitar confrontaciones no deseadas entre normas de ámbito europeo o internacional existe el Acuerdo de Viena que armoniza las normas ISO o CEN, a lo que uniríamos el trabajo del CTN 68, para evitar conflictos o la duplicidad de documentos.

¿Cómo se elaboran las normas?. Lo primero que habría que destacar en torno a la normalización es que resulta un trabajo difícil en el que hay que tener en cuenta múltiples posibilidades, tipos de máquinas o ensayos realizados. El segundo aspecto importante es que, además, hay que reunir toda esa información en una sola norma, cuyo carácter sea válido para todos los fabricantes. El método de trabajo llevado a cabo se revela, por tanto, difícil ya que se lleva a cabo por medio de múltiples comités de trabajo específicos. En los mismos, primero se lleva a cabo un estudio de lo que se pretende legislar, para después realizar un borrador que se vota y sobre el que los miembros del comité realizan comentarios y alegaciones. El tiempo transcurrido en todo el proceso se estima en una media de 18 meses hasta su publicación. Pese al largo proceso este trabajo posee ciertas ventajas como el contar con expertos para cada uno de los campos en los que se legisla. Esto permite establecer un camino de aplicación específico y directo, para el fabricante, reduciendo sus costes de fabricación ya que se encuentra incluido en el proceso de aprobación. Las empresas pueden realizar comentarios, exposiciones y propuesta sobre las normas presentadas pudiendo llegar a adecuarlas a sus intereses o territorios donde comercializan sus productos. Los inconvenientes están precisamente en la participación de un elevado grupo de gente, lo que puede retrasar el trabajo. También los intereses globales pueden derivar en conflictos en la aplicación en diversos territorios o regiones, llegando incluso a producirse cambios en los procesos de producción.

Existe un principio de conformidad por parte del fabricante por el que el equipo se ajusta a la descripción realizada por el vendedor...
Existe un principio de conformidad por parte del fabricante por el que el equipo se ajusta a la descripción realizada por el vendedor.

Garantía

Como hemos podido comprobar no solo el trabajo de los fabricantes, sino, además, un complejo entramado legislativo vela por la seguridad en el uso de la maquinaria, ya sea agrícola o, como en este caso hemos especificado, forestal, de jardinería y espacios verdes. Quizá nos faltaría un aspecto más relacionado íntimamente con este tema de la seguridad y sería el de la garantía. La relación entre ambos aspectos es sencilla y se basa en la búsqueda del responsable al que dirigirnos en caso de que existiera cualquier tipo de problema derivado del uso de la maquinaria.

Si tratáramos de identificar al responsable deberíamos dirigir nuestras preguntas al fabricante del producto o, en el caso de países donde se encuentre el importador, al representante autorizado, que no es otra persona que la empresa o filial que comercializa esos productos. Si habláramos sobre seguridad, la garantía vendrá determinada por el tipo de comprador y el uso que se hará del equipo que se ha vendido o comprado. Existe un principio de conformidad por parte del fabricante por el que el equipo se ajusta a la descripción realizada por el vendedor, es decir no hay posibilidad de engaño respecto a las características y propiedades del producto. El producto, en relación con sus características, debe ser apto para los usos previstos por el fabricante, pero, además, también debe ser posible su utilización para otros usos por parte del consumidor, siempre informando previamente al fabricante o vendedor para que este le aconseje sobre el uso que puede o no puede hacer. También debe tener en cuenta la calidad y prestaciones de la máquina y que estas se ajusten a lo esperado o mostrado.

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