Entrevista a Rafael Izquierdo, director del Instituto Aragonés del Agua
12 de abril de 2011
Usted ha afirmado en diversas ocasiones que la sostenibilidad ha de ser la característica principal de la política del agua en nuestro país. ¿En qué se basa?
La necesidad de incluir y destacar el principio de la sostenibilidad en la aplicación de las políticas del agua es la constatación de una necesidad reconocida no sólo a nivel nacional sino también internacional. Permítame, en primer lugar, que haga referencia a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de Río de Janeiro en el año 1992 y al Plan de acción llamado agenda 21 para generalizar el desarrollo sostenible; y en segundo lugar, a la publicación del Informe ‘Brundtland’ en el año 1987 que insistiría en el mismo concepto. Asimismo, quiero citar, también, a la Ley de economía sostenible, que establece entre sus objetivos la sostenibilidad medioambiental, de manera que se cumpla con los objetivos europeos en materia de energía y lucha contra el cambio climático.
Aragón es una de las CC AA que contaba con una de las redes hídricas más deficientes de nuestro país a principios de la década de los 90. ¿Cómo ha cambiado el mapa hídrico aragonés en estos últimos 20 años?
En los últimos años, los cambios han sido muy significativos. Se ha trabajado y realizado un gran esfuerzo inversor por mejorar la gestión integral del agua en Aragón porque consideramos imprescindible que unas infraestructuras modernas mejoran la eficiencia, reducen costes y nos permiten ahorros tanto de agua como de energía.
En este sentido, desde el Instituto Aragonés del Agua se ha impulsado el Plan del Agua de Aragón, que permitirá llevar a cabo dentro del período de programación 2002-2015 lo siguiente: un total de 2.139 actuaciones, en 667 entidades locales, en las que se han invertido 354,9 millones de euros, con una población beneficiada de aproximadamente 574.000 habitantes. Estas obras han consistido en la renovación de redes de saneamiento y abastecimiento, colectores, mejora de abastecimiento, etc. Obras que han permitido ser más eficientes en la gestión y el consumo del agua y ahorrar gastos.
¿Qué obras hídricas importantes faltan aún por acometer en Aragón?
Aragón, a través de la Comisión del Agua, ha alcanzado acuerdos importantes en obras que estaban bloqueadas desde hacía tiempo, y por las que seguimos trabajando, como la regulación del Alto Gállego (embalse de Biscarrués y las balsas laterales), regulación del Ésera o el recrecimiento de Yesa. Sin embargo, debemos exigir más agilidad en la ejecución de estas obras. Por eso, desde Aragón reivindicamos un mayor grado de autonomía, tal y como contempla nuestro Estatuto. Ya se ha dado un paso, con la encomienda de gestión y ejecución, por parte del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, de las balsas laterales para la regulación de la cuenca alta del río Tastavins, en la comarca del Matarraña. Ese mismo modelo podría utilizarse para las obras de las balsas laterales del río Gállego.
Uno de los caballos de batalla que ha tenido el gobierno aragonés ha sido el mantener una posición firme frente a un cambio en la política de trasvases. ¿Considera que un cambio en el gobierno central podría hacer que volviésemos a ver episodios como los que vivimos hace ya algunos años?
Es difícil hacer predicciones en política, incluso a corto plazo, y ésta dificultad aumenta en momentos de crisis social. Los trasvases, en general, son una petición típica de las convulsiones y desregulaciones económicas que han contribuido al desconcierto actual desde la década de los 70. Lógicamente, existe, a nivel teórico, la posibilidad de volver a pedir este tipo de planteamientos, pero, también es cierto, que cada vez toma más fuerza en el pensamiento social europeo las exigencias de una síntesis que combinen desarrollo económico y protección a la naturaleza y, en este marco, un trasvase no se puede plantear. El futuro que se perfila en Europa se construye bajo la búsqueda de soluciones más armoniosas y equilibradas en lo social, medioambiental y económico.
Se dice que la escasez de agua será la gran fuente de conflictos del siglo XXI. ¿Está de acuerdo con esta afirmación?
El problema no es la escasez de recurso hídrico sino una gestión inadecuada, en particular, en lo referente a la gestión de la demanda de agua. En este sentido, las dificultades sólo se podrán resolver desde el diálogo y el consenso, a través de la participación social, es decir, utilizando la gobernanza como herramienta de gestión.
¿El español medio es a día de hoy también más “consciente” cuando abre el grifo de su casa, estemos o no en periodos de sequía? ¿Y las industrias?
Vivimos un tiempo en que los referentes sociales son confusos y, sin embargo, individuos e industrias comparten los mismos valores emergentes en nuestra sociedad: en primer lugar, la solidaridad con el planeta y, en segundo lugar, sus esfuerzos en economizar energía, recursos, modificar costumbres de consumo e inventar entre todos un ecodesarrollo.
Esto se consigue a través de la educación ambiental y la sensibilización, cuestiones en las que desde el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón se trabaja intensamente. De hecho, desde el Instituto Aragonés del Agua ponemos un gran esfuerzo en el desarrollo de programas educativos e informativos, que van consiguiendo que los ciudadanos cambien sus hábitos, sean conscientes del consumo diario de agua y de que no es tan difícil reducirlo y ahorrar.
Cuando se habla comúnmente de “la nueva cultura del agua”, ¿lo englobaría dentro de una idea asentada en nuestra sociedad o un proyecto al que le falta aún muchos pasos por recorrer?
El pensamiento social nunca ha respondido a una idea inmutable, más bien al contrario, siempre ha sido una idea dinámica y su vigencia ha dependido de su capacidad de adaptación. Esto ha llevado a que algunos movimientos hablen de “la nueva cultura del agua”. La postura que defiende Aragón sostiene como principio fundamental el alcanzar el máximo acuerdo posible sobre los temas hidráulicos dentro del seno de la Comisión del Agua. La Directiva Marco del Agua, en el marco que todos compartimos, ofrece nuevas perspectivas para, entre todos, promover un paradigma del agua más amplio, más abierto e integrador y, por lo tanto, más real, que nos permita afrontar los retos del futuro con las máximas garantías.
En los últimos años se ha ido apostando por la desalación como una forma de buscar en los mares lo que ya no viene del cielo. ¿La desalación es la única salida para tener la garantía de contar con suficiente agua potable en un futuro próximo, o hay otras?
Nos encontramos en un momento de urbanización creciente del mundo en el que la ONU prevé que el porcentaje de población urbana llegue al 70% en el año 2050 frente al 10% de un siglo antes. En muchos casos, además, se produce una migración de la población desde el interior hacia las aglomeraciones urbanas costeras. Esta realidad demográfica, entre otras, muestra una demanda de agua cambiante no solo en cuanto a la cantidad sino tan bien en cuanto al lugar de demanda. La calidad de vida está unida a la disponibilidad de agua y es allí donde las nuevas tecnologías, llámense desalación u otras, ayudan a solucionar los nuevos retos. No existe un solo problema y por lo tanto no existen soluciones únicas. En este sentido, las desaladoras son una de las posibles fuentes alternativas, pero deben encuadrarse dentro de una planificación y gestión integrada de otras soluciones.
El presente y futuro de la gestión del agua viene determinado por las posibilidades de financiación de las infraestructuras, y es aquí, donde los modelos de Participación Público-Privada (PPP) se están mostrando muy eficaces. En el Instituto Aragonés del Agua ya se están aplicando desde hace varios años en los Planes de Depuración de nuestra comunidad autónoma.
