Un jardín 'laboratorio' que fomenta el riego 'racional'
13 de noviembre de 2009
Hace cuatro años, el Canal Isabel II de Madrid inició los primeros estudios que darían paso, con el tiempo, a la creación del primer 'parque piloto' que permitiera un uso 'sostenible' de agua. Con este proyecto pionero, la empresa pública de gestión del agua en la comunidad madrileña transmitía la necesidad de regar zonas ajardinadas en su justa medida, con especies autóctonas que no precisaran demasiados recursos hídricos y características del clima en el que se hallaran. La iniciativa mostraba la mejor combinación de cada planta con el tipo de riego idóneo. El experimento consistió en la plantación de 15 especies vegetales en una extensión de 4.000 metros cuadrados, dividida en 60 parcelas, en los alrededores de la estación de tratamiento de agua de Colmenar Viejo. Tras una observación de dos años, se llegó a la siguiente conclusión: la implantación de este experimento contribuiría a un ahorro de entre 35 y 55 centímetros cúbicos de recursos hídricos. Es decir, el 10% del consumo total de agua en la región durante un año. En cada una de las 60 parcelas, objeto del ensayo, se observaron diversas variables: tipo de planta, sistema de riego y técnica de jardinería. Cada compartimento estaba provisto de una sonda de humedad que, de manera continua, tomaba medidas de las reservas hídricas en el suelo, un contador individual y una electroválvula. Además, una estación meteorológica completa obtenía información sobre los parámetros climáticos en el parque piloto.
Riego por goteo, en detrimento del regado por aspersor y difusor
El experimento, a cargo del Canal de Isabel II, fijó un nivel de eficiencia para cada sistema de riego. El mayor 'despilfarro' de agua se produjo con el riego por aspersor y el difusor. Por el contrario, el riego directamente a la raíz y el enterrado fueron los más económicos, en consumo hídrico. La investigación concluyó con un empate entre los dos anteriores y el riego manual, este último siempre que el jardinero conozca las necesidades de humedad o el nivel de marchitez de las plantas. Sin embargo, un estudio reciente de esta compañía pública constató un gasto de agua de 1,5 veces por encima de los requerimientos reales de la planta. Finalmente, con el riego subterráneo se evita la pérdida de agua. Y con propuestas como el 'mulching' se suprime el proceso de evaporación del agua, que la especie vegetal puede absorber.
Con sólo sustituir praderas regadas mediante aspersión o difusión por arbustos de medias y bajas necesidades hídricas cuyo mantenimiento se produzca vía riego con el terreno cubierto por 'acolchados', se obtiene una mejora de eficiencia en el empleo del agua entre el 60 y el 70%. Estas reducciones del agua necesaria para riego de zonas verdes -según fuentes de la empresa pública madrileña- se sitúan en el mismo rango de otros estudios realizados en Estados Unidos, donde se monitorizaron viviendas unifamiliares que habían sustituido sus jardines con praderas por xerojardines.
Otro de los criterios valorados fue el cálculo de los costes durante 10 años de implantación, mantenimiento y consumo de agua de riego. Con estos datos se desarrolló un ratio coste-eficiencia que combinaba criterios económicos y de eficiencia en el uso del agua y que permitía comparar diversas alternativas, proporcionando información para la toma de decisiones. Los resultados obtenidos mostraban que las alternativas más eficientes en el uso del agua eran además las más rentables en la vida útil de las plantaciones y sistemas de riego, ya que el coste del agua ahorrada compensaba, con crecer, los mayores gastos de inversión de las alternativas más eficientes. Esta relación entre eficiencia y coste también se sustentaba en los mayores gastos de mantenimiento que requerían los fuertes crecimientos vegetativos provocados por el uso intensivo de agua.
Con el césped clásico se 'despilfarra' mucho agua
En cada una de las 60 parcelas, objeto del ensayo, se observaron diversas variables: tipo de planta, sistema de riego y técnica de jardinería. Cada compartimento estaba provisto de una sonda de humedad que, de manera continua, tomaba medidas de las reservas hídricas en el suelo, un contador individual y una electroválvula. Además, una estación meteorológica completa obtenía información sobre los parámetros climáticos en el parque piloto.
A través de este experimento, se obtuvo la mejor combinación entre cultivos y sistemas de riego. De las 15 especies vegetales observadas, el césped clásico, con un valor calórico de 0,7, es la planta que más agua precisa por metro cuadrado, según fuentes del Canal Isabel II. En contraste, el cotoneaster, un arbusto con pequeños frutos rojos, necesita un 70% menos de agua que el anterior para la misma extensión de terreno. Al igual que el atriplex, otro arbusto de naturaleza seca propio de los jardines locales. El estudio corrobora que el valor calórico de ambas especies es de 0,25.
Sin embargo, en el caso que el uso de césped sea inevitable, también se pueden plantar especies adaptadas a los rigores de la temperatura y la escasez de lluvias en Madrid. En concreto, el césped sahara soporta mejor las temperaturas veraniegas, cuando más agua requiere. El proyecto del Canal Isabel II confirma que el goteo en hierba sahara consume un 27% menos de agua que el césped clásico que se mantiene por difusor.
Un experimento pionero en el mundo
Las praderas, de valor estético en zonas ajardinadas, constituyen otro ejemplo de ineficacia en cuanto a cultivo 'sostenible'. Se trata de plantas que requieren un exceso de agua no acorde con las condiciones meteorológicas de la región. De hecho, esta especie vegetal no es propia de un clima mediterráneo seco, como el de la comunidad autónoma. Además del tipo de planta, existen una serie de técnicas que contribuyen al ahorro de agua. El 'mulching' (acolchado), como sustituto del césped es una de ellas. Se trata de un compuesto a base de cortezas de pino, grava y arena que disminuye la pérdida de agua por evaporación y también conserva homogénea la humedad del suelo. Entre las alternativas, se aboga por la plantación de árboles y arbustos, que gastan menos agua, y la progresiva difusión de los xerojardines, o jardines secos. Soluciones que cumplen la misma función ambiental y también aportan su grado 'estético'.